Hoy he visto una foto compartida en una red social, y me gustaría compartirla.
Hace poco, ha habido noticias de padres que se ponen agresivos en los partidos de fútbol de sus hijos. Son actos que no podemos consentir, y mucho menos, enseñar a los niños. Un partido es un juego, es para disfrutarlo, entretenerse...
Pero, ¿por qué ocurre? Realmente, no puede saberse. Nadie sabe lo que se les pasa a esos padres por la cabeza en ese momento, ni la situación que están viviendo ni qué hace que reaccionen así. Pero hay cambios en la sociedad que nos pueden dar una idea de qué puede estar pasando.
1. Sobreprotección. Es la tendencia a evitar cualquier problema a un hijo (por así decirlo... solucionarle la vida). Puede ir desde atarle los cordones de las zapatillas aunque ya sepa hacerlo, a gritarle a un profesor porque le ha castigado. La consecuencia de esto es que el niño se acostumbra a no hacer nada, a que siempre le resuelvan sus problemas, y cuando comete errores, a que se les proteja de las consecuencias. Esto no es bueno, en primer lugar, porque no aprenderán a ser personas independientes, activas y resolutivas, no sabrán enfrentase a la vida. En segundo lugar, no aprenderán lo que no tienen que hacer, porque cuando hagan algo mal o que no deben, no tendrá consecuencias para ellos. Conseguirán aquello que querían en ese momento, y no importará lo que eso haya podido provocar.
2. "Yo quiero que mi hijo tenga todo lo que yo no tuve" = Consentirlo. Hay una parte fundamental en el desarrollo de los niños que puede pasar desapercibida... la frustración (no tener/conseguir aquello que se quiere). Todos los niños pequeños quieren tener cosas, se encaprichan enseguida de cualquier juguete o cualquier chuchería. Son pequeños y no entienden que el dinero se acaba, ni lo mucho que cuesta conseguirlo. Por eso tienen rabietas cuando no les damos lo que quieren. Se sienten muy mal porque quieren algo y nosotros no se lo damos. Pero el hecho de que se queden con las ganas les va enseñando algo vital: no se puede tener todo en la vida. Por eso, si siempre se consienten sus caprichos, se les compra cosas constantemente, y se les regala todo lo que piden, no llegarán a aprender ese mensaje de la vida en la infancia. Crecerán pensando que la vida, que el mundo, que nosotros, estamos ahí para satisfacerlos siempre. Y llegará un momento en que no podremos hacerlo. Entonces, Tendremos a un niño/a de 15, 16, 17, 20... años con rabietas. Un adolescente que no puede tolerar no tener algo que quiere, y que puede recurrir a la violencia para conseguirlo, porque no puede aguantar no tenerlo. No ha aprendido a hacerlo.
3. "Con el poco tiempo que paso con él, no quiero que esté castigado" = Falta de normas. Hace años, muchas familias podían vivir con el trabajo del padre, mientras la madre se quedaba en el hogar cuidando de los hijos. Hoy en día, sea por la situación económica, que obliga a ambos padres a trabajar; bien porque las madres quieren desarrollarse profesionalmente, lo que ocurre es que los niños son educados prácticamente en el colegio. Pero esto no es suficiente. El pilar básico de la educación es la familia, por la relación de los niños con los padres; y porque no sirve que en el colegio se les enseñen normas si en sus casas no las hay. Los padres de hoy en día pasan poco tiempo con sus hijos por el trabajo, y por eso, quieren pasarlo bien con ellos cuando pueden verlos. Es algo completamente comprensible, pero es algo completamente insano para sus hijos. Si un niño se comporta mal, hay que regañarle, y castigarle si es necesario. Un niño que crece sin normas no las aceptará nunca, y la vida, el trabajo... están llenas de ellas. Sin normas, lo único que aprende un niño es que puede hacer lo que quiera porque nunca pasa nada por ello. Y eso, sólo hará que no se adapte ni en los estudios, ni en el trabajo, ni en la sociedad.
5. "Mi hijo va a ser..." = Altas expectativas. Hay padres, en cambio, que pecan en el otro sentido. Quieren que sus hijos consigan ser los mejores: médicos, abogados... lo que ellos mismos no pudieron ser. Para eso, le llevan a muchas actividades extraescolares, le exigen que saquen notas elevadas... Son tan exigentes que pueden generarle más problemas por las exigencias (angustias, tristeza... por exigirle más de lo que puede dar) que conseguir que se desarrollen. Ningún niño puede ser bueno en todo. Ningún niño puede dedicar todo su tiempo a una única actividad. Todos los niños necesitan descansar y jugar. Convertir una actividad lúdica (como el fútbol) en una competición y una exigencia, le quita todo el placer. Ya no es divertido, ya es una obligación. Ya no es "pasar un rato con mis amigos", ya es "tengo que marcar gol y ganar".
¿Qué podemos hacer para que esto no ocurra? Amor, comprensión y normas.
Un amor incondicional, que dé confianza al niño, que se sienta seguro para avanzar, sabiendo que si se cae y no se puede levantar, le ayudaremos,
Comprender que nadie es perfecto, que los niños también tienen dificultades, que sufren por no poder conseguir todas las metas que tienen que alcanzar... Y hacer que ellos sepan que los comprendemos.
Y normas, para que sepan que la vida no es fácil, que no siempre podrán tener todo lo que quieran o se propongan, pero que con esfuerzo, sí podrán conseguir por ellos mismos muchas cosas.