lunes, 6 de marzo de 2017

EL PODER DE LA DEPRESIÓN


Hace tiempo, vi este cortometraje que hoy quiero compartir. Ilustra muy bien un problema muy común que nos puede pasar a cualquiera, en algún momento, a lo largo de nuestra vida: la depresión.


Hay personas que confunden la depresión con la vagancia, con la tristeza... Piensan que es una excusa para no ir a trabajar, que no es para tanto, que ellos también tienen problemas y siguen adelante... Estas personas no entienden el calado de la depresión en la vida de una persona. La depresión no es "una simple tristeza", es la tristeza multiplicada por 1000.

Como se ve en el vídeo, la depresión puede surgir por un problema cualquiera. A veces es más pequeño, otras, más grande. El caso es que, ese estado de malestar, nos quita las ganas de hacer aquellas cosas que nos gustan, que nos apasionan. Nos aleja de aquello que nos hace sentirnos bien (por ejemplo, tocar un instrumento). Y como nos vamos alejando de aquello que nos hace felices, cada vez estamos más desanimados. Cada vez tenemos menos ganas. Dormimos peor, nos alimentamos peor. El cuerpo no tiene fuerzas para enfrentarse a la vida diaria. Y como se hacen menos cosas, tenemos más tiempo para pensar. El problema es que pensando, sólo hacemos más grande el problema, entramos más en él. Es como adentrarse más y más en una cueva cada vez más oscura. Hasta que llega el momento en el que nos giramos, y no vemos nada, no sabemos dónde estamos, y mucho menos, cómo podemos salir de ahí.

Además, ese horrible estado está siempre presente. No se desvanece temporalmente. SIEMPRE está ahí, día tras día. Por eso, algunas personas intentan evadirse de él consumiendo alcohol y/o drogas. Pero esto no hace más que aumentar los problemas de la persona a largo plazo.

La depresión afecta a todos los aspectos de la vida de la persona, porque está siempre presente. Afecta en la vida social, porque la persona se retrae, deja de salir, deja de hablar con los demás... Afecta en su trabajo, porque no está pendiente de lo que hace, porque está cansado y no rinde... Hace que la persona se abandone (deja de cuidarse, de preocuparse por su aspecto, de preocuparse por sí mismo). Él/ella sólo pueden pensar en lo horrible que es su vida, en lo terrible de lo que les ha pasado... Se obsesionan con ello y no pueden pensar en nada más... Como cuando Floyd se aferra una y otra vez al anillo que había comprado, y su problema crece, y crece, y crece, y lo desborda todo.

Por todo esto es tan dura la depresión. Pero se puede salir de ella, encontrando un motivo, algo que nos vaya devolviendo poco a poco la confianza en la vida, en nosotros mismos. Ese instrumento que nos haga sentir tranquilidad, bienestar, que nos haga sonreír. Y agarrarnos a ello. Nuestra salvación puede ser una afición (leer, bailar, hacer deporte, pintar, escribir...), una mano amiga, un animal, cumplir nuestros valores (por ejemplo, hacer voluntariado, cuidar de alguien, lograr nuestros objetivos, ser honestos)... Cuanto más rica sea nuestra vida (es decir, cuantas más actividades realicemos, más personas tengamos cerca, que nos hagan sentir bien), más fuertes seremos ante la depresión, porque tendremos más cosas a las que agarrarnos para no perdernos en la cueva.

Si te sientes mal, no te quedes en casa. Sal, baila, canta, habla, cocina, lee, escucha, juega, abraza, corre, besa... No dejes que crezca la tristeza en ti. Y si no puedes hacerlo solo, busca ayuda. Todas las cuevas tienen salida, sólo hay que encontrarla.