¿Alguna vez te has dado cuenta de la importancia que tienen las actitudes en nuestra vida? ¿Te has planteado cómo hubieran sido las cosas si hubieras reaccionado de forma distinta en algún momento concreto... hacia algo o alguien en concreto? ¿Por qué aquella vez dijiste que no? Cuando después, te diste cuenta de que deberías haber dicho un "sí" o un "quizá"... Puede ser que actuaras movido por tus actitudes.
Seguramente no te hayas dado cuenta de que las tienes... es más probable que te hayas fijado en las de los demás... Por eso de que "se ve mejor la mota en el ojo ajeno", aunque no siempre tiene que tratarse de algo negativo... Seguro que te has dado cuenta de que, en tu día a día, hay personas que se enfrentan a la vida de distinta forma: unos con un "¡claro que sí!" y otros con un "no". Parece, incluso, que da igual el contexto, la situación, la persona con la que esté, el tema... parece que siempre reaccionan igual ante cualquier cosa. Y eso es porque tienen actitudes.
Las actitudes son, por así decirlo, la forma o la tendencia que tiene una persona de reaccionar afectivamente hacia algo (circunstancias, problemas, propuestas, personas...). Es como si tuviéramos un filtro positivo o negativo (grosso modo) que hace que aquello que se nos ponga delante nos parezca maravilloso u horrible. Nos genera emociones, y hace que reaccionemos ante las cosas de determinada manera.
Durante nuestra vida, todo aquello que vivimos, nos hace crearnos una idea general de cómo es el mundo, aunque no seamos plenamente conscientes de estas ideas. Y, como el pensamiento y la emoción van de la mano... nos hacen sentir un valor afectivo general hacia el mundo. Es decir, aparecen emociones positivas o negativas hacia el mundo y la vida en general. Y vivimos, enfrentándonos a lo que nos pasa, partiendo de esas ideas y emociones, que están en el fondo de nuestra cabeza, sin que nos demos cuenta de ello.
¿Y cuáles son las consecuencias que tienen estas actitudes en nuestra vida? Que guían nuestras reacciones y, por tanto, nuestro comportamiento. Por ejemplo: personas con actitudes negativas, pueden decirte que la fiesta de Halloween es una tontería, una excusa más para el consumismo, para emborracharse, etc; y otra, decirte que está muy bien porque distrae a los niños, enriquece la cultura y es un motivo más de reunión con los amigos. Un mismo tema, distintas actitudes. Otro ejemplo: las personas que se toman las dificultades como retos, frente a las personas que se quejan hasta de aquello que se supone que les gusta.
Pero el que las actitudes sean una tendencia... no quiere decir que no podamos cambiarlas... Si intentamos tener los ojos bien abiertos a nuestras ideas sobre el mundo, al valor que tendemos a darle a las cosas... estaremos más cerca de poder darnos un segundo para pensar si queremos dejarnos llevar por nuestras actitudes... o si queremos darle el beneficio de la duda a lo que se nos ponga por delante.
Si tiendes a decir que sí siempre, párate y piensa, si realmente quieres decir que sí. A lo mejor, en algún caso, te supone un esfuerzo o un reto al que, en este momento, no puedes hacer frente... o te supone mayor inversión de tiempo y trabajo que los beneficios o la diversión que puedas obtener.
Si tiendes a decir que no siempre, dale el beneficio de la duda a lo que tienes delante. A lo mejor, no es tan malo como puedas pensar, y te puede aportar cosas sobre las que ni siquiera has pensado...
Buscar el cambio en nuestras vidas hace que vivamos nuevas experiencias, que aprendamos y que adquiramos otros puntos de vista. Nos enriquece.