Mucha gente, o la mayoría, tiene una relación insana en su vida, y no se dan cuenta de ello: la relación con la comida. No se trata únicamente de no llevar una dieta equilibrada, si no de hacer un uso "inadecuado" de la comida. ¿Cómo puede hacerse eso? Muy sencillo: la comida sirve para alimentarnos, para darnos la energía, las vitaminas, las cosas que necesitamos para que funcione bien nuestro cuerpo. Por tanto, cuando comemos por una razón distinta a la de alimentarnos, estamos haciendo un uso inadecuado. Por ejemplo: cuando "picamos algo" viendo una película (que suele ser un bol enorme de palomitas con un refresco grande), cuando nos damos un atracón "porque está todo muy rico", cuando quedamos con amigos y nos pasamos horas bebiendo y "picando", o cuando estamos tristes y nos da por comer chocolate, helado, chucherías... o pizza (porque eso nos han enseñado en la televisión). Estos ejemplos son muy cotidianos, y los hacemos todos. El problema está en que le damos otro valor a la comida, se convierte en algo que hacemos para entretenernos, para divertirnos, o para hacernos sentir mejor. En la mayoría de los casos, la mayor consecuencia que tiene esto son malos hábitos y enfermedades (comunes, pero no por ello menos importantes) como el colesterol alto, diabetes, sobrepeso... Pero también pueden convertirse en problemas más graves cuando se extremiza el caso, como en los trastornos de la conducta alimentaria.
Tener buenos hábitos de alimentación es algo que se aprende de niño. El niño siempre va a crecer imitando las conductas de sus padres. Si sus padres comen mientras ven la televisión, el niño también querrá hacerlo, y lo hará, porque los padres no suelen corregir en el niño los malos hábitos que tienen ellos mismos. Pero ¿qué puede tener de malo que el niño coma viendo una película? Primero: come por comer. Segundo: no come comida sana, si no que tiende a ser comida que no aporta nutrientes, solo sal, azúcar y grasas saturadas, además de productos artificiales. Y tercero: como lo que hace es prestar atención a la película, no se da cuenta de la cantidad de patatas que ha comido, no siente cuándo está saciado y puede llegar a comer tanto que le haga sentir molestias después.
Otro mal hábito, muy común actualmente, son los niños que "no comen". Eso de oír a las madres decir: "mi niño no me come" no es que el niño realmente no coma, si no porque no come la mayoría de las cosas que debería comer. Lo que ocurre es que a los niños le gustan las comidas que le gustan a los niños: los macarrones, los filetes con patatas, las salchichas... Cuando un padre o una madre le pone al niño una comida que no le gusta, lo que pasa es que, al final, el niño no se lo come porque los padres no insisten para que lo haga. Por no discutir, por no enfadarse, por no tardar una hora en que el niño coma algo, los padres ceden, y el niño consigue no comer eso que no le gusta. Además, existe otro problema: la sobreprotección. Es cuando la madre o el padre, le dan otra cosa al niño para comer. Es decir, le hacen otra comida que le gusta, o le dan un complemento alimenticio (que no sustituye una dieta equilibrada) en forma de colacao, o le llevan un bollo o algo que les gusta cuando van a buscarlos después del cole para que coma (porque "pobrecito, tendrá mucha hambre"). Así, el niño lo que aprende es que no tiene porqué comer cosas que no le gustan y, además, conseguirá algo que sí le gusta. Así, lo único que se consigue es un niño mal alimentado y caprichoso, y unos padres que viven "preocupados" porque su niño coma (como el tener que comprarle las cosas que le gustan, porque otro zumo o batido no se lo toma, o haciendo comidas específicas para él). Y, aparte de las consecuencias que esto tenga durante la infancia del niño, lo que ocurrirá en su edad adulta será que seguirá con una dieta poca variada y otros malos hábitos acumulados.
Pero, "¿qué puedo hacer si no quiere comer?" pensarán los padres...
- Lo primero, evitar la sobreprotección: a un niño no le pasa nada porque un día no coma. Si no quiere comer, y se va al colegio con el estómago vacío, sólo le pasará una cosa: tendrá hambre. Lo único que hay que hacer es darle la merienda, pero una merienda sana (no un bollo o galletas o chocolatinas), y darle la merienda igual que siempre (en casa, a la hora de siempre), no llevárselo al final de clase "porque tendrá hambre".
- Lo segundo, educarle: eso de... "las lentejas, si quieres las tomas y si no, las dejas..." nada. Mejor decirle: "si quieres las tomas... y si no, también". Recuerdo un anuncio de televisión de un frigorífico que iba sobre un niño que no se comía las espinacas, y su madre se las ponía una y otra vez hasta que el niño se las comía. Esa es la idea: enseñarle que la comida que se ha preparado es la que tiene que comer y que no hay otra opción. Con el tiempo, se acostumbrará a comer de todo y llevará una dieta más sana durante su vida adulta.