Hace unos días vi en un programa de televisión una prueba que muestra una de las curiosidades sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Aquí os dejo un vídeo de la prueba:
La explicación es la siguiente: cuando somos pequeños, aprendemos a hablar mediante intentos. Probamos una y otra vez, hasta que conseguimos decir bien la palabra. ¿Pero cómo sabemos si lo estamos diciendo bien o no? Por algo muy sencillo: nos escuchamos a nosotros mismos, y así, podemos corregirnos. Así, nuestro cerebro, además de tener que ejecutar todos los procesos necesarios para conseguir que salga un determinado sonido de nuestra boca, también evalúa el resultado final, es decir, revisa constantemente los sonidos que hemos emitido para ver si son los correctos o no. De esta forma, somos capaces de corregirnos cuando decimos algo mal, y nos aseguramos de que los demás puedan entendernos.
Pues bien, este proceso de analizar lo que decimos es automático, el cerebro lo hace solo, sin que nosotros seamos conscientes de ello, y sin que podamos evitarlo. De ahí, que la prueba del programa resulte graciosa: no podemos evitar que nuestro cerebro intente corregir continuamente lo que para él está mal dicho. Porque, tengamos una cosa en cuenta: según la información que el cerebro recibe (lo que oyen las personas por los cascos), lo que estamos diciendo... ¡no lo hemos dicho! ya que lo oye con retraso. El proceso sería el siguiente:
El cerebro ha mandado la orden para pronunciar, por ejemplo, la palabra "pelicula". Cuando la persona empieza a pronunciarlo, va pronunciando sílaba por sílaba. El cerebro manda la orden para cada una de las sílabas, y recibe información de los músculos cuando se contraen para pronunciarlas. Por tanto, el cerebro sabe que los músculos se han movido ya para decir "pe", y por tanto, tendría decir "li", luego "cu" y, por último "la", pero cuando va a decir "cu", oye "pe", y entonces, el cerebro entiende que estamos hablando mal, e intenta corregirlo mandando la orden para decir la siguiente sílaba a la que ha oído, es decir, "li". Por eso, las personas que realizan la prueba del programa, se quedan enganchadas (por decirlo de alguna forma) en la última sílaba que han dicho, porque su cerebro cree que no la ha pronunciado, y que es la que toca pronunciar. Así, se produce ese tartamudeo que la persona no puede evitar.
Este es otro ejemplo de lo fascinante que puede ser nuestro cerebro. Para algo que nos puede parecer tan sencillo como hablar, el cerebro pone en marcha muchos procesos de los que no somos conscientes y, nos permite, con facilidad, realizar algo tan importante como comunicarnos con los demás. Y es sólo cuando uno de esos procesos no funciona bien, cuando nos hacemos conscientes de la complejidad del poder hablar, sólo por las dificultades que nos surgen, en este caso, por un segundo de retraso.