Actualmente, se han puesto de moda los libros de colorear entre los adultos. Parece extraño que una actividad que siempre se ha pensado que es de niños, de repente, empiece a practicarse también a otras edades de forma tan abierta. De hecho, hace unos años, era impensable el encontrarse un adulto buscando un libro para colorear él mismo. Sin embargo, Mindfulness se ha ido extendiendo poco a poco, y aunque todavía hay muchas personas que no lo conocen, sí han oído o han visto en los escaparates de las librerías, esos libros con ilustraciones para pintar. Una práctica muy común en Mindfulness es pintar, sobre todo, mandalas. Es algo que puede resultar muy gratificante y relajante y, posiblemente ése es el motivo por el que se ha puesto tan de moda.
Aunque esta actividad procede de Mindfulness, muchas de las personas que pintan no lo hacen con la intención de conectar con el presente (que es el objetivo de Mindfulness; si tienes dudas o curiosidad sobre Mindfulness, puedes consultar otras entradas: pincha aquí .) sino para relajarse. De hecho, puede ser una buena alternativa para buscar la tranquilidad y conectar con nosotros mismos, pero quizá no sea tan sencillo como pueda parecer en un primer momento. Por eso, os dejo unos consejos para cuando vayáis a coger las pinturas:
1. Busca un ambiente relajado: por mucho que pintes, si estás en una habitación con ruido, distracciones o personas que te interrumpan... no vas a poder relajarte. Por eso, siempre es mejor pensar cuándo y dónde es mejor pintar.
2. No te preocupes por cómo queda: es decir, da igual si queda bonito o no, si te sales del dibujo, o si es realista. No pongas reglas a lo que haces, porque al definir cómo tienes que hacerlo, conviertes una actividad lúdica en una tarea, en un objetivo, en un deber, y eso no va a ayudarte a relajarte. Simplemente, si te sales de la línea, no pasa nada, sigue pintando.
3. No te olvides de tu cuerpo: es importante que no tensionemos el cuerpo al pintar por tener una mala postura (la espalda torcida, por ejemplo), o fruncir el ceño al concentrarnos demasiado en pintar, o no darnos cuenta de lo mucho de apretamos el lápiz y que nos duele la mano. Éstos son ejemplos de cómo podemos tensionar el cuerpo mientras pintamos, y siempre que haya más tensión de la necesaria, el músculo se cansará y podrá aparecer dolor. No podemos relajarnos si estamos incómodos o nos duele el cuello o la espalda por la mala postura que tengamos. Por eso, siempre es importante buscar un buen sitio donde apoyarnos y fijarnos si nos duele alguna parte del cuerpo, para poder corregir malas posturas o tensiones musculares.
4. No intentes relajarte: si el único motivo por el que pintas es relajarte, es posible que no lo consigas. La relajación es un estado que, por decirlo de algún modo, "llega sólo". Si pintas y te distraes pintando, te alejas de tus pensamientos, de estar repasando qué tienes que hacer luego o mañana, de eso que te han dicho en el trabajo, de eso que quieres hacer y no puedes... Eso es lo que hace que el pintar nos ayude a relajarnos, pero llega únicamente cuando se conecta con la actividad. Si en vez de eso, estamos pensando en si nos estamos relajando o no, estaremos más pendientes de lo nerviosos, enfadados, cansados, etc, que estemos, y nos será más difícil relajarnos.
5. Si quieres relajarte, evita lo que te pone nervioso: esto parece muy obvio, pero los hábitos, muchas veces, pasan desapercibidos. Por ejemplo: el tomarnos un café, el ver determinado programa de televisión o serie, escuchar cierto tipo de música... Son cosas que, sin darnos cuenta, pueden ponernos nerviosos. Y si hacemos esas cosas antes o mientras pintamos, nos resultará más complicado relajarnos.
Siguiendo estos pasos, conseguirás disfrutar más del tiempo que pintes, por breve que sea, y con ello, podrás relajarte sin darte cuenta.