lunes, 22 de julio de 2019

EL SIGNIFICADO DE LOS CELOS


A lo largo de la historia, en nuestra cultura, ha surgido la idea de los celos como muestra del amor que siente el otro hacia nosotros, como un reflejo de la necesidad que tiene de sentirnos, de que lo/la amemos. Por ello, hay quien piensa que los celos son algo positivo en la relación, que unen a los enamorados y fortalece su unión. Pero, ¿realmente es así?

Antes que nada, hay que definir qué son los celos. Es un sentimiento de una de las dos personas de la pareja, que puede surgir ante la idea de que el/la otro/a se dé a una tercera persona, dejando de dedicar tiempo y amor a él/ella. Es decir, puede aparecer porque piense o imagine que su pareja esté teniendo otra relación con un tercero, o, simplemente, que dedique más tiempo a estar con otras personas o a hacer otras cosas sin la pareja. Por ejemplo, se puede sentir celos por el tiempo que dedica el/la otro/a a estar con sus amigos o familia.

¿Por qué surge ese sentimiento? La persona celosa tiende a querer estar con su amada/o constantemente, necesita en todo momento sus muestras de amor, saber dónde está, etc. Esto se debe a la inseguridad. Puede llegar a pensar que no es lo suficientemente bueno para el/la otro/a, o que otras personas pueden ser más valiosas para su pareja que ella/él misma/o. Por tanto, los celos no nacen del amor, nacen de la desconfianza, de la inseguridad. ¿Puede algo así ser bueno para el amor?

Cuando una persona tiene celos, y desconfía, tiende a intentar compensar esa falta de seguridad en la relación, ejerciendo control. Algo así como: "cuanto más tiempo esté con ella/él, más difícil es que me engañe o esté con otros". Por ello, empieza a controlar (preguntar dónde y con quién está la pareja; mirar en las redes sociales, cotillear el móvil, etc). Puede parecer que es algo sin importancia,  pero también puede llegar al punto de que intente aislar a la pareja del resto de relaciones personales (familia y amigos: "cuanto más lejos esté de los demás, más cerca estará de mí").

Cuando aparecen los celos en una relación, pueden pasar dos cosas:
1. Que la otra persona no acepte el control, y sea fuente de conflicto y separación; 
2. O que la otra persona acepte, en cierto modo, el control de su pareja (porque "significa que me quiere", o "es curiosidad", o "es porque se preocupa por mí"). En estos casos, se está favoreciendo que el/la otro/a controle, y cuanto más control tenga, más querrá tener. Se alimenta su inseguridad al darle explicaciones, al dejar que tome decisiones en la vida del otro/a, etc., por lo que este tipo de conductas tenderán a aumentar: cada vez lo hará con más frecuencia y con más intensidad. Es decir, puede empezar preguntando la contraseña de una red social, y pasado un tiempo, romper el móvil del otro porque no le ha dado explicaciones al salir de casa.

Por tanto, ¿los celos alimentan el amor y la relación? NO. Más bien, atan, obligan, y destrozan el amor.

Dejo un enlace a otra entrada, en la que se puede acceder a una encuesta anónima, que te ayudará a reflexionar sobre tu relación sentimental: pincha aquí

viernes, 5 de abril de 2019

¿TENGO UNA RELACIÓN SANA?


Ya hemos hablado de la dificultad que existe para ver, en primer persona cuándo se está en una relación insana. Para intentar hacer esto más fácil, he elaborado un test. En él, no se da una respuesta sobre el tipo de relación que es, ni se ha estudiado científicamente sus característica psicométricas. Su finalidad no es la de obtener información para un estudio, si no de servir de reflejo a aquella persona que lo use, hacerle reflexionar, y hacerle dirigir su atención a aspectos importantes que pueden señalar que una relación no es sana.

Si una vez finalizado el ejercicio, has pasado a estar inquieto/a, a preocuparte, o a estar triste por alguna de las preguntas que has respondido, es signo de que algo no va bien. Si quieres cambiarlo, busca ayuda profesional.







martes, 8 de enero de 2019

¿CÓMO LO CONSIGO?


Acaba de comenzar el año, y es muy común que intentemos mejorar nuestra vida. Nos proponemos hacer más deporte, comer mejor, ir a clases... Pero puede ser complicado llegar a lograrlo. Muchos propósitos se quedan sin cumplir. A veces es porque nuestra meta no era realista, como cuando nos proponemos hacer deporte todos los días, pero estamos demasiado cansados, y lo dejamos. Otras veces, nos pasa por falta de motivación, porque, aunque nos lo hayamos propuesto porque pensamos que es bueno para nosotros, realmente, no nos aporta satisfacción, no tenemos ganas, y sin motivación, no hacemos nada. Y otras veces es por falta de tiempo, porque las obligaciones que ya tenemos nos ocupan por completo el día y no logramos encontrar el hueco para cumplirlo. A veces, también ocurre que empezamos el año poniendo en práctica nuestro objetivo, pero con el paso de los días o los meses, lo abandonamos. 

Cuando nos proponemos lograr algo que requiere tiempo y esfuerzo, es recomendable incluirlo dentro de nuestra rutina diaria, porque eso nos ayuda a comenzar la tarea, y a no abandonarla. Nos acostumbramos a hacer algo, que a la larga, nos va a ir generando satisfacción, y eso nos ayuda a cumplir nuestro propósito del nuevo año. 

Pero, ¿cómo se generan las rutinas? De una forma sencilla, aunque no lo parezca: haciéndolo todos los días. Aquí van unos consejos que os pueden ayudar a conseguir introducir vuestra nueva tarea en vuestro día a día:

- Hay que buscar un sitio y una hora concreta. Siempre debe ser el mismo, para que no se convierta en un problema dónde o cuándo hacemos la actividad.

- Hay que mantenerlo en el tiempo. Para que se genere una rutina no es completamente necesario que se realice todos los días (podemos hacer deporte dos días a la semana, por ejemplo), pero sí es necesario que la frecuencia que hayamos elegido la mantengamos a lo largo de las semanas y los meses. Cuanto más tiempo lo consigamos, mas fácil nos será mantenerlo en el futuro.

- Hay que hacer un plan realista. Para que podamos generar un rutina, la actividad tiene que poder llevarse a cabo. Si no soy capaz de salir a correr todos los días, no tendré ninguna rutina. Tendré que valorar si es mejor empezar a hacerlo, por ejemplo, dos veces por semana. Es mejor reducir el tiempo de la tarea, que abandonarla por no tener tiempo suficiente. Igual que es necesario que el sitio y lugar que hayamos elegido sea viable, es decir, que tenga espacio suficiente, que pueda llegar bien (por ejemplo, que el gimnasio esté cerca de casa o del trabajo), que realmente cuente con tiempo para hacerlo (si por ejemplo, tengo una hora para comer, es difícil que me de tiempo a hacer ejercicio, ducharme y comer, para después volver a mis otras tareas), etc.

- Hay que evitar lo que nos dificulta la tarea. Cualquier impedimento o dificultad nos aleja del objetivo, por lo que facilitar la actividad me ayuda a generar una rutina. Por ejemplo, si no tenemos tiempo de preparar la ropa de deporte antes de ir al trabajo, quizá nos sea más cómodo prepararla la noche anterior, así sólo tendremos que coger la bolsa antes de salir.

- Ser conscientes de lo que estamos logrando. Cuando algo nos cuesta esfuerzo, y aún así lo hacemos, y somos conscientes de la satisfacción que nos genera el haberlo hecho en cada ocasión, nos ayuda a tener ganas de seguir al siguiente día. Podemos sentirnos bien por haber logrado aguantar una hora corriendo, por lo relajados que nos sentimos leyendo (aunque tengamos otras tareas que hacer), por lo que estamos mejorando con las clases... Lo que importa es que sepamos valorar las cosas buenas que nos está generando esa nueva meta, y así, aumentará nuestra motivación y ganas de seguir adelante con nuestro propósito.