Acaba de comenzar el año, y es muy común que intentemos mejorar nuestra vida. Nos proponemos hacer más deporte, comer mejor, ir a clases... Pero puede ser complicado llegar a lograrlo. Muchos propósitos se quedan sin cumplir. A veces es porque nuestra meta no era realista, como cuando nos proponemos hacer deporte todos los días, pero estamos demasiado cansados, y lo dejamos. Otras veces, nos pasa por falta de motivación, porque, aunque nos lo hayamos propuesto porque pensamos que es bueno para nosotros, realmente, no nos aporta satisfacción, no tenemos ganas, y sin motivación, no hacemos nada. Y otras veces es por falta de tiempo, porque las obligaciones que ya tenemos nos ocupan por completo el día y no logramos encontrar el hueco para cumplirlo. A veces, también ocurre que empezamos el año poniendo en práctica nuestro objetivo, pero con el paso de los días o los meses, lo abandonamos.
Cuando nos proponemos lograr algo que requiere tiempo y esfuerzo, es recomendable incluirlo dentro de nuestra rutina diaria, porque eso nos ayuda a comenzar la tarea, y a no abandonarla. Nos acostumbramos a hacer algo, que a la larga, nos va a ir generando satisfacción, y eso nos ayuda a cumplir nuestro propósito del nuevo año.
Pero, ¿cómo se generan las rutinas? De una forma sencilla, aunque no lo parezca: haciéndolo todos los días. Aquí van unos consejos que os pueden ayudar a conseguir introducir vuestra nueva tarea en vuestro día a día:
- Hay que buscar un sitio y una hora concreta. Siempre debe ser el mismo, para que no se convierta en un problema dónde o cuándo hacemos la actividad.
- Hay que mantenerlo en el tiempo. Para que se genere una rutina no es completamente necesario que se realice todos los días (podemos hacer deporte dos días a la semana, por ejemplo), pero sí es necesario que la frecuencia que hayamos elegido la mantengamos a lo largo de las semanas y los meses. Cuanto más tiempo lo consigamos, mas fácil nos será mantenerlo en el futuro.
- Hay que hacer un plan realista. Para que podamos generar un rutina, la actividad tiene que poder llevarse a cabo. Si no soy capaz de salir a correr todos los días, no tendré ninguna rutina. Tendré que valorar si es mejor empezar a hacerlo, por ejemplo, dos veces por semana. Es mejor reducir el tiempo de la tarea, que abandonarla por no tener tiempo suficiente. Igual que es necesario que el sitio y lugar que hayamos elegido sea viable, es decir, que tenga espacio suficiente, que pueda llegar bien (por ejemplo, que el gimnasio esté cerca de casa o del trabajo), que realmente cuente con tiempo para hacerlo (si por ejemplo, tengo una hora para comer, es difícil que me de tiempo a hacer ejercicio, ducharme y comer, para después volver a mis otras tareas), etc.
- Hay que evitar lo que nos dificulta la tarea. Cualquier impedimento o dificultad nos aleja del objetivo, por lo que facilitar la actividad me ayuda a generar una rutina. Por ejemplo, si no tenemos tiempo de preparar la ropa de deporte antes de ir al trabajo, quizá nos sea más cómodo prepararla la noche anterior, así sólo tendremos que coger la bolsa antes de salir.
- Ser conscientes de lo que estamos logrando. Cuando algo nos cuesta esfuerzo, y aún así lo hacemos, y somos conscientes de la satisfacción que nos genera el haberlo hecho en cada ocasión, nos ayuda a tener ganas de seguir al siguiente día. Podemos sentirnos bien por haber logrado aguantar una hora corriendo, por lo relajados que nos sentimos leyendo (aunque tengamos otras tareas que hacer), por lo que estamos mejorando con las clases... Lo que importa es que sepamos valorar las cosas buenas que nos está generando esa nueva meta, y así, aumentará nuestra motivación y ganas de seguir adelante con nuestro propósito.
- Hay que mantenerlo en el tiempo. Para que se genere una rutina no es completamente necesario que se realice todos los días (podemos hacer deporte dos días a la semana, por ejemplo), pero sí es necesario que la frecuencia que hayamos elegido la mantengamos a lo largo de las semanas y los meses. Cuanto más tiempo lo consigamos, mas fácil nos será mantenerlo en el futuro.
- Hay que hacer un plan realista. Para que podamos generar un rutina, la actividad tiene que poder llevarse a cabo. Si no soy capaz de salir a correr todos los días, no tendré ninguna rutina. Tendré que valorar si es mejor empezar a hacerlo, por ejemplo, dos veces por semana. Es mejor reducir el tiempo de la tarea, que abandonarla por no tener tiempo suficiente. Igual que es necesario que el sitio y lugar que hayamos elegido sea viable, es decir, que tenga espacio suficiente, que pueda llegar bien (por ejemplo, que el gimnasio esté cerca de casa o del trabajo), que realmente cuente con tiempo para hacerlo (si por ejemplo, tengo una hora para comer, es difícil que me de tiempo a hacer ejercicio, ducharme y comer, para después volver a mis otras tareas), etc.
- Hay que evitar lo que nos dificulta la tarea. Cualquier impedimento o dificultad nos aleja del objetivo, por lo que facilitar la actividad me ayuda a generar una rutina. Por ejemplo, si no tenemos tiempo de preparar la ropa de deporte antes de ir al trabajo, quizá nos sea más cómodo prepararla la noche anterior, así sólo tendremos que coger la bolsa antes de salir.
- Ser conscientes de lo que estamos logrando. Cuando algo nos cuesta esfuerzo, y aún así lo hacemos, y somos conscientes de la satisfacción que nos genera el haberlo hecho en cada ocasión, nos ayuda a tener ganas de seguir al siguiente día. Podemos sentirnos bien por haber logrado aguantar una hora corriendo, por lo relajados que nos sentimos leyendo (aunque tengamos otras tareas que hacer), por lo que estamos mejorando con las clases... Lo que importa es que sepamos valorar las cosas buenas que nos está generando esa nueva meta, y así, aumentará nuestra motivación y ganas de seguir adelante con nuestro propósito.