Puede parecer que Mindfulness es una técnica complicada, que puede requerir mucho tiempo y habilidades por parte de la persona que lo quiere poner en práctica. Pero no es así. Mindfulness, en realidad, es lo más sencillo que existe: sólo con respirar podemos practicarlo, sólo nos hace falta dirigir la atención a ese proceso.
También puede parecer una tontería... "¿atender a la respiración? ¿para qué?", podemos pensar... Pero... en realidad... ¿hay algo que nos conecte más con la vida que el aire que nos permite vivirla? Un ejemplo muy clásico para darnos cuenta de su importancia es intentar aguantar la respiración. Cuando nos falta, es cuando le damos importancia y nos damos cuenta del malestar que nos puede causar el no tenerla... Por eso mismo, quizá si atendemos a ese proceso, a cómo el aire entra y sale de nuestro cuerpo, podamos darnos cuenta del gran alivio que puede generarnos. Porque nos conecta con lo más hondo de nosotros mismos, porque nos hace sentir aquello que tenemos debajo de la piel, y cómo todo nuestro cuerpo cambia y se "ajusta" para recibir el aire, algo del mundo que no podemos ver, pero de lo que no podemos carecer.
Os dejo un vídeo que os va a enseñar cómo es la experiencia de practicar Mindfulness.
Muchas veces, la rutina, la prisa que tenemos, las obligaciones... nos hacen llevar un ritmo que no nos permite conectar con nosotros mismos. Tenemos que ir deprisa, en "piloto automático" para llegar a tiempo, para hacer todo lo que tenemos que hacer... Y con el paso del tiempo, nos acostumbramos a ir en "piloto automático", y dejamos de atender aquello que hay dentro de nosotros, nuestro cuerpo, nuestras emociones... Hay veces que nos enfadamos, y ni siquiera sabemos el momento exacto en el que nos hemos empezado a sentir así... o qué nos ha hecho reaccionar de esa forma...
Por eso es tan importante el practicar Mindulness, por eso nos puede ayudar, porque rompe esa rutina, porque dirige nuestra atención a algo tan importante como nosotros mismos... Aprendemos a ver cómo estamos y qué nos pasa... y junto con eso, aprendemos a darnos aquello que necesitamos, sea descanso, tiempo, comida, ocio, tranquilidad... o aceptación, o cariño. Tener paciencia con nosotros mismos, permitirnos sentirnos mal y aceptar esto, nos permite focalizarnos en aquello que nos ayuda a calmarnos.
Es maravillosa la metáfora del tarro de purpirina que sale en el vídeo. Enseña de forma muy gráfica cómo nuestras emociones, nuestros pensamientos, lo que nos agita o altera, puede cegarnos, y no dejarnos ver aquello que hay dentro de nosotros, y cómo el darnos tiempo, centrándonos en nuestra respiración, puede hacer que esa niebla termine por disiparse, y podamos, ver y ser.
Os animo a intentar poner en práctica esta actividad. Sólo hay que buscar un sitio tranquilo, sin interrupciones, cerrar los ojos, y prestar atención en cómo el aire entra y sale de nuestro cuerpo...su ritmo, temperatura... cómo se mueve el cuerpo para hacerlo entrar y salir,,, y cómo se mueve el resto del cuerpo por ese movimiento... Sólo tenéis que tener cuidado de una cosa: ¡no quedarse dormido!