jueves, 1 de junio de 2017

MI NIÑO TIENE QUE SER PERFECTO


Últimamente, he visto por Internet muchos artículos tipo "cómo conseguir que a tu hijo le guste leer". Artículos que dan pautas a los padres para que sean buenos en ciertas cosas. Y realmente, me parece que se alimenta la idea de educar niños "a la carta". No me refiero a que no sea bueno que un niño lea, ni mucho menos, pero no creo que sea buena idea intentar forzar los gustos o las habilidades de los niños.

Los padres que intentan desarrollar al máximo las habilidades de sus hijos lo hacen con buena intención, pero los extremos, siempre son malos. Es igual de malo no poner normas a un niño que decirle continuamente lo que tiene que hacer. Y de igual forma, es tan malo no involucrarse en el desarrollo de los niños, como exigirles demasiado.

Y, además, se nos olvida una cosa: los gustos, las aficiones, no se pueden forzar. Puede que le demos un libro a un niño, y le guste, pero si no le gusta, por más libros que le demos, no conseguiremos que le guste. Puede ser mucho más adecuado dejar que sea el propio niño quien, con el paso de los años, cuando vaya creciendo, vaya descubriendo lo que le gusta y lo que no, lo que le interesaría aprender y lo que no y, a partir de ahí, ser un apoyo y ayudarle a desarrollar aquellas habilidades que a él mismo le interesen. Se consigue mucho más con el propio interés y motivación del niño, que por obligación.

Y también, démonos cuenta de algo: si el niño tiene un interés, y nosotros, más que apoyarlo, lo forzamos a que lo desarrolle (le obligamos a ir a más clases de las que le gustaría, ir a competiciones sin que él quiera, etc.), lo que podemos conseguir es que el niño pierda el interés, el gusto, la afición. Porque en ese caso, podemos hacer, sin quererlo, que lo que se hace por el puro placer de hacerlo, se convierta en una obligación.

Por eso mismo, os dejo unas recomendaciones muy básicas sobre cómo ayudar a desarrollarse a nuestros hijos:

1. El niño tiene que notar nuestro amor incondicional. Que sepa que pase lo que pase, aunque no consiga todo lo que se proponga o no sea bueno en algo, o cometa errores, le vamos a querer igual. Esto implica no hacerle chantajes emocionales ni dejar de hablarle como castigo.

2. Tenemos que aprender a aceptar a nuestro hijo tal y como es. Esto no quiere decir que si es malo en matemáticas no intentemos ayudarle para que aprenda, si no que tengamos en cuenta que puede haber cosas que, a pesar de su esfuerzo, no pueda conseguir. Eso es lo que debemos aceptar, y no forzar aquellas cosas de forma indefinida. Aprendamos a aceptar sus habilidades, gustos, intereses... igual que aceptamos sus rasgos físicos, su voz... Y tengamos en cuenta que nuestro hijo va a ir madurando, creciendo y cambiando, y con ello, cambiarán sus intereses. Dejemos que ellos mismos vayan buscando el ritmo al que quieren irse desarrollando en sus habilidades (por ejemplo, pintura, música, deporte, idiomas...).

3. Que seamos un apoyo, no un juez ni un jurado. El objetivo de un padre es ayudar a su hijo para que cuando se haga adulto, pueda enfrentarse sólo a su vida. Para ello, no es necesario apuntarle a muchas actividades extraescolares, ni obligarle a quedarse todo el fin de semana estudiando en casa, ni exigirle sobresalientes en todas las asignaturas. Puede ser más importante que el niño se desarrolle en cuanto a su personalidad, seguridad, confianza, habilidades sociales, autonomía... a que sepa resolver una ecuación.

4. Que tenga límites. Para que un niño pueda desarrollarse, necesita tener normas (horas de entrada y salida, ayudar en casa, respetar a los demás, tener obligaciones en función de su edad...). Un niño que hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y siempre se sale con la suya, no aprende a manejar su frustración. Crece con la idea de que el mundo, las personas, están para satisfacerle, y eso, sólo le va a dar problemas a la hora de adaptarse al colegio, instituto...trabajo...amistades...

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