lunes, 12 de febrero de 2018

¿QUE HAGO SI MI HIJO ES MIEDOSO?


El miedo es una emoción normal en la infancia. De hecho, es una de las emociones universales, que existen en todas las culturas del mundo, y esto es así por su valioso poder evolutivo: el miedo ha mantenido a salvo a la humanidad durante toda la Historia. Por ejemplo, el miedo a las alturas evita que nos acerquemos a un precipicio y, por tanto, que podamos caernos. Y esa capacidad "protectora" ha sido tan importante que está integrada dentro del desarrollo de los seres humanos. Por eso, incluso los bebés, que no son capaces de razonar sobre la posibilidad de sufrir ningún daño, sí que son capaces de sentir miedo. Pero los niños no sienten miedo a las mismas cosas durante todo su crecimiento... Es decir, según van creciendo, van experimentando miedos a distintas cosas. Son lo que llamamos miedos evolutivos. Estos miedos se caracterizan porque cada uno se asocia a una etapa (el primer año de vida, el inicio de la niñez, la etapa preescolar, la niñez media, la preadolescencia y la adolescencia). Así, es normal que un bebé tenga miedo a los ruidos fuertes, pero cuando crezca, dejará de tener ese miedo y pasará, por ejemplo a tener miedo a los fantasmas o a los monstruos. 

Por tanto, podemos decir que es normal que los niños tengan miedo. Sin embargo, hay veces en los que los niños no son capaces de superar ciertos miedos y, al crecer, esos miedos empiezan a interferir en su día a día. Por ejemplo, que una niña de 12 años tenga miedo a la oscuridad puede no parecer importante en un primer momento, pero por ejemplo, puede impedirle aceptar una invitación a dormir en casa de una amiga por no sentirse capaz de ir al baño si se despierta en medio de la noche. Éste es sólo un ejemplo, y pueden haber muchos otros casos en los que el miedo impida a los niños realizar cualquier actividad, y puede conllevar, también, que los padres y familiares cercanos se vean afectados por la situación en la que el menor se encuentra. Por eso, vamos a ver algunas pautas que pueden ayudar a los niños a superar sus miedos cuando éstos generan problemas en su día a día.

- La sobreprotección no ayuda: si cada vez que el niño tiene miedo, los padres se "encargan" de hacer lo necesario para que no tenga que enfrentarse a su miedo, el miedo va a ser cada vez más grande, porque el niño no aprenderá que no hay nada a lo que temer.

- Los miedos se superan enfrentándolos: para poder superar un miedo, hay que vivir aquello que nos genere el miedo. Es la única forma de que aprendamos y nos demos cuenta de que, realmente, no hay peligro. Por ejemplo, para superar el miedo a la oscuridad, hay que estar a oscuras; o para superar el miedo a los perros, hay que estar con perros. Así es como veremos que no pasa nada.

- Cómo lo hacemos:

  • Tendremos que tener en cuenta la edad del niño: en casos de niños muy pequeños, los pasos que debemos deben ser muy suaves, generando jerarquías que permitan al niño ir superando el miedo poco a poco.
  • Evitar forzar al niño: si intentamos que el niño avance más rápido de lo que realmente puede, lo que estaremos haciendo es empeorar la situación. No debemos añadir mayor estrés por obligar al niño a hacer algo que no quiera. Deberemos, siempre, buscar alternativas.
  • Hacer que el niño sepa que, aunque no estemos en la misma habitación, cuidaremos de ellos si es necesario.
  • El que vea a otros niños de su edad hacer aquello que a ellos les da miedo, les puede ayudar a enfrentarse al miedo.
  • Reforzar los pasos que den para afrontar el miedo puede ser muy valioso (dar muestras de cariño, de ánimo, sonrisas, etc.)
  • Fomentar la autonomía de los niños hace que se sientan capaces de ir más allá, de hacer cosas nuevas y, por tanto, de querer superarse.
  • Si el niño es muy pequeño, puede ayudarle el darle un "amuleto" que le proteja, que le haga sentir que no va a pasarle nada malo. Por ejemplo, el muñeco de un superhéroe que le defienda ante los monstruos.
  • Utilizar objetos como ayudas puede ser muy facilitador para los niños. Por ejemplo, pequeñas luces en el pasillo al baño para que la oscuridad no sea completa, le hará más sencillo enfrentarse a la oscuridad.
  • Y nunca, debemos ridiculizarlo por su miedo.


Por supuesto, si el malestar del niño/a es muy elevado, siempre es mejor buscar la ayuda de un psicólogo/a que nos guíe. Asegurar el bienestar del niño siempre es primordial.

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