Todos podemos pasar, a lo largo de toda nuestra vida, por una relación que nos genera malestar, dolor, incomodidad... pero que, aún así, seguimos manteniendo. Generalmente, no nos damos cuenta de la importancia que tienen esos signos de que algo no va bien, y seguimos adelante. A veces, el problema no va a más, pero otras, el problema crece, como en los casos de violencia de género. Por eso, es importante reflexionar y conocer qué es lo que facilita que la relación entre dos personas sea positiva en todos los sentidos.
En primer lugar, hay que explicar una cosa: una relación es positiva cuando:
- Existe equilibrio de poder: es decir, cuando los dos toman decisiones (tanto de la relación, como individualmente), ninguno lleva "la voz cantante" siempre.
- Hay respeto mutuo: ninguno infravalora al otro o a sus opiniones, no se interpone en la vida del otro. Es decir, cada uno puede tener su vida independiente, y el otro lo respeta y lo acepta, y no supone problema en la relación.
- El cuidado es mutuo: ambos ofrecen al otro lo que necesita, se dan apoyo, se tratan con cariño...
- Cuando hay buena comunicación: se habla de las emociones, se negocia cosas en las que no están de acuerdo, se habla con libertad y se dice lo que se piensa con respeto, se puede hablar de cualquier cosa, se escucha al otro y se hace intento de ponerse en su lugar...
- Se comparten momentos de ocio juntos: ayuda a mantener un buen estado de la relación, mejora la conexión, la intimidad, la unión...

En estos tipos de parejas, se rompe el equilibrio, la comunicación, el cuidado, el respeto... No se expresan emociones ni hay empatía. Todo esto genera situaciones de conflicto continuas que pueden acabar en agresiones físicas o psicológicas. Lo importante es saber reconocer estas situaciones para no dejar que nos atrapen.
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