La situación actual que vivimos, de incertidumbre, confinamiento, separación de nuestros seres queridos, cambio de rutinas, problemas laborales, etc, nos puede generar un gran estrés. Gracias a ciertos recursos y habilidades que estamos desarrollando, estamos aprendiendo a manejarlo. Sin embargo, hay personas con una especial vulnerabilidad, que se ven afectadas en mayor medida, y que tienen más dificultades para afrontar adecuadamente esta situación: personas con depresión, ansiedad, o cualquier otro trastorno; personas con demencia; niños con trastornos del desarrollo; personas con discapacidad... Para ellos, un cambio de rutinas, no poder acceder a los recursos sociales que antes les ayudaban, el no poder salir del domicilio, etc, puede suponer un importante nivel de estrés. Esto, en algunos casos, puede producir problemas en su comportamiento, como un aumento de la sintomatología que presenten.
Por ello, es importante intentar actuar en estos casos, para frenar el impacto que pueda tener este estrés adicional en su día a día.
¿Qué pueden hacer ellos mismos para afrontarlo?
- Mantener el contacto con sus seres queridos, amistades y conocidos, en la medida de lo posible, y evitar quedarse solo.
- Compartir sus emociones, hablar de cómo se siente y de sus preocupaciones.
- Colaborar, en la medida de lo posible, en las tareas cotidianas. Es importante mantenerse activo y sentirse útil.
- Realizar actividades gratificantes, que le diviertan y le alegren.
- Planificar actividades para hacer sólo o acompañado, para evitar grandes periodos de tiempo donde no se haga nada, y quede vía libre para el aburrimiento, el desánimo, la ansiedad...
- Elaborar una rutina diaria, con horarios, y distinguiendo los fines de semana.
- Mantener las rutinas de higiene y cuidado personal, y las tareas de limpieza del hogar.
- Mantener los horarios de sueño, las horas de las comidas, etc.
- Seguir con las actividades de las terapias que estuviera llevando a cabo, en la medida de lo posible.
- Tener a mano los teléfonos del centro de salud y de otros recursos o profesionales a los que acudiera, para poder contactar ante cualquier problema.
En otros casos, las personas necesitan de los cuidados diarios que les ofrecen sus familiares. ¿Qué pueden hacer los familiares?
- No desatender su propio cuidado, y tomarse descansos. Es necesario que estén bien para poder cuidar bien de él/ella.
- Pedir ayuda a otras personas para que colaboren en el cuidado del familiar, o para atender otras tareas que le liberen de la sobrecarga.
- Prestar atención al comportamiento del familiar, por si se producen cambios que requieran alguna intervención.
- Escuchar y contar con la opinión del familiar, en la medida de lo posible, en cuanto a las tareas, rutinas y actividades en el domicilio.
- Ajustar, cuanto sea posible, las rutinas, horarios y actividades cotidianas anteriores del familiar, a la situación de confinamiento.
- Mantener el contacto con amigos, para distraerse de la situación de cuidado.
- Buscar momentos para expresar sus emociones y preocupaciones, y compartirlos con otras personas.
Fuente: "Guía de orientaciones para el manejo psicológico para personas con trastornos mentales y su familia", del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
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