Todos pasamos por momentos difíciles en algún punto de nuestra vida (problemas en el trabajo o con los estudios, problemas familiares, fallecimientos de seres queridos...), y por muy preparados que estemos para afrontarlos, a veces, nos quedamos paralizados. Por el miedo, por el dolor, por la desesperanza... A veces, cuesta hasta aceptar lo que nos ha pasado, aceptar el dolor que tenemos dentro. Y eso, nos frustra, hace que nos duela más todavía. Otras veces, sufrimos por no aceptarnos a nosotros mismos, porque hay algo en nosotros que no es lo "suficientemente bueno". O porque sentimos que vivimos en un mundo aleatorio, en el que en cualquier momento puede pasarnos algo malo, y que nosotros no tendremos control sobre ello...
¡Hay tanto dolor! ¡Tanto por lo que sufrir! Pero no nos damos cuenta de una cosa: no existe vida sin sufrimiento. No hay nadie que no haya sufrido nunca, ni lo habrá. Pero no todo es negro. Hay muchas razones que hacen que la vida sea hermosa. Y en esos momentos de dolor, cuando esto se nos olvida, nos puede ayudar leer un poema muy motivador...
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda,
y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma
aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
porque lo has querido y porque te quiero
porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa,
ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos
desplegar las alas
e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
– Mario Benedetti
Este poema nos recuerda que siempre sigue habiendo razones. Eso de "si hay vida, hay esperanza". Si sigues adelante, sigues teniendo oportunidades. Pero, además, nos dice cómo hacerlo: aceptarnos a nosotros mismos, olvidarnos de nuestros miedos, quitarnos aquello que no nos deja avanzar... y volar.
Nos enseña cómo es la vida. No es sencilla. Nuestros sueños no van a cumplirse solos. Y vamos a ser nosotros los que busquemos solución a los problemas que nos surjan. Y que tendremos que afrontarlos aunque cueste, porque si estamos vivos, todavía tenemos fuerza dentro de nosotros, todavía podremos enfrentar lo que nos llegue.
Nos recuerda que aunque no podamos controlar todo lo que nos ocurre, sí tenemos opción de cambiar muchas cosas en nuestra vida. Sólo hace falta desear.
Nos recuerda, también, la fuerza del amor, la motivación que nos da el sentirnos queridos y acompañados en la vida. El amor es una de las grandes fuerzas motivacionales que existen.
Nos habla de la paciencia. De darnos tiempo a nosotros mismos para que el dolor disminuya. El tiempo es muy necesario para que se acepte lo que ha pasado, el dolor que eso nos provoca, y podamos enfrentarnos al problema, o bien, aprender a vivir con las nuevas circunstancias que nos sobrevienen. Y cuando haya pasado ese tiempo, estaremos listos para entregarnos de nuevo a la vida, para experimentarla, para avanzar, para conocer, para disfrutar, para intentar...
Para cualquier cambio que nos lleve a avanzar, es necesario estar motivados. Si nos falta la motivación, podemos buscarla.