viernes, 22 de septiembre de 2017

POR QUÉ NADIE AYUDA...


Todos lo hemos hecho alguna vez... Todos estamos sujetos a su influencia... Pero no nos damos cuenta de ello. Ponemos excusas, buscamos justificaciones para nuestro comportamiento... pero son solo eso: excusas.

¿Cuántas veces te han pedido ayuda? Mejor, hagamos la pregunta más fácil... ¿Cuántas veces, en la última semana, alguien te ha pedido ayuda? De esas veces, ¿cuántas has dado la ayuda que te pedían? Seguramente, no te sientas orgulloso de aquellas ocasiones (aunque sean pocas) en las que has denegado tu ayuda... ¿Por qué? Porque tenemos el altruismo arraigado dentro de nosotros.

El ser humano es un ser social, ha evolucionado y sobrevivido durante la historia gracias a encontrarse en un grupo, un grupo que colabora, que sigue unas reglas, y que se mantiene gracias a las relaciones de los unos con los otros. De hecho, los niños no sobrevivirían sin las ayudas de sus padres, o de otros familiares, o de personas dispuestas a ayudarlos...

Por tanto, el ser humano tiende a ayudar, pero no siempre lo hace. Incluso, puede llegar a darse el caso de que aún sabiendo que debe hacerlo, no lo haga, y después, tenga remordimientos. De hecho, han ocurrido muchos delitos con testigos que no ayudan a las víctimas. Acoso escolar, violaciones, agresiones... donde los testigos ni siquiera llaman a la policía o a emergencias, o socorren a la víctima cuando el agresor se ha marchado... ¿Por qué? ¿Por qué no ofrecemos nuestra ayuda si pensamos que debemos hacerlo? ¿O es que esos testigos son malas personas, impasibles al dolor de los demás? Pero... ¿es posible que todos los testigos de esos actos sean así?

Darley y Lanaté investigaron los factores que pueden hacer que la conducta de ayuda no se produzca. Imagínate esta situación: estás en una sala de espera. Te han dicho que en otras salas hay otras personas esperando, y que os avisan de que os toca ser atendidos por el interfono que todos podéis oír. Tú estás esperando, tan tranquilo, y de repente, empiezas a oír por el interfono que alguien está sufriendo un ataque y necesita ayuda. ¿Qué harías? ¿Reaccionarías inmediatamente? Porque te das cuenta de que las otras personas también lo están escuchando... y nadie sale a avisar... Puede que empieces a plantearte que, a lo mejor, estás confundido, que no es nada grave, que seguramente ya estén atendiendo a la persona... A lo mejor... no haces nada.
Ahora, imagínate la misma situación, pero cuando te llevan a la sala de espera, te dicen que no hay nadie más esperando, y después, oyes cómo una persona sufre un ataque. ¿Qué harías? ¿Reaccionarías inmediatamente? ¿O te pararías a reflexionar?
Éstas son situaciones que crearon dichos investigadores en su estudio. Los resultados fueron claros: saber que hay otras personas, además de nosotros, hace que la probabilidad de que reaccionemos para dar ayuda sea menor. Y además, tardamos más tiempo en tomar la decisión de ayudar.
Para entender en mayor profundidad por qué pasaba esto, hicieron entrevistas a los participantes, y vieron que, aunque no hubieran avisado, aunque no hubieran ofrecido su ayuda, después, se sentían mal y preocupados. ¿Por qué no habían reaccionado entonces? Darley y Latané llegaron a la conclusión de que había tres factores que interfirieron con la conducta de ayuda:

- La inhibición por la audiencia: es decir, el miedo, la vergüenza, que sentimos al saltarnos una norma social (una norma social es una regla que tiene un grupo de personas, o una cultura, que dirige el comportamiento de las personas dentro del grupo... por ejemplo: no hablar con la boca llena). A lo mejor, los participantes de la investigación pensaron que, si realmente no era un ataque o algo importante, los demás podrían reírse por su equivocación.

- La influencia social: sería la presión que todos sentimos por aceptar como verdad/correcto aquello que los demás dicen o hacen. Vendría a ser eso de... "donde fueres, haz lo que vieres". En este caso, los participantes no hacen nada... porque piensan que hay otros participantes que tampoco hacen nada. "Si ellos no lo hacen... será por algo".

- La difusión de la responsabilidad: cuando una persona piensa que es el único que puede hacer algo, siente que la responsabilidad y la culpa recaen sobre él. Pero, si hay más personas... se pasa a atribuir la responsabilidad entre todos los presentes, parece que es más pequeña la parte que nos toca... Además, de que podemos pensar que alguno de los otros ha actuado o va a hacerlo en breve... "¿Para qué voy a hacerlo yo? Ya deben haber avisado" podemos pensar... Y dejamos de sentir esa preocupación.

Estos factores pueden influirnos a cualquiera, de hecho, nos influyen a todos constantemente, por ejemplo, cuando paseamos por una ciudad y una persona sin techo nos pide comida.

Ser conscientes de que esto puede afectarnos es el primer paso para poder cambiarlo. Ayudar a los demás enriquece, a uno mismo, al otro, y a la sociedad. No olvidemos la parte más bella de convivir con los demás.

martes, 12 de septiembre de 2017

EL SUICIDIO EXISTE


Hace relativamente poco, sacaron una serie de televisión en la que la trama parte del suicidio de una chica adolescente. Se ha hablado mucho de la serie, en el sentido de lo dura y violenta que puede resultar, o si puede hacer que adolescentes que puedan estar planteándose acabar con sus vidas, finalmente, lo hagan.

Obviamente, para una persona que está sufriendo, viviendo acoso, violencia, abandono, rechazo... ver, de forma tan explícita (aunque sea ficción) el mismo sufrimiento que vive a diario, únicamente va a hacer que lo reviva, y se hunda más. Pero el hecho de que no lo vea, tampoco va a hacer que su situación mejore. De hecho, esas personas necesitan ayuda de los demás, y para que los demás ayuden, tienen que ser conscientes de ello, de la importancia de lo que hacen... y de lo que no hacen... de lo que pueden... y no pueden hacer.

Hacer una serie, un libro, un documental, una obra de teatro... lo que hace es concienciar a la población de que ese problema existe. Es algo primordial para poder enfrentar este problema que afecta a tantas personas en el mundo. Pero ¿cómo aprender sobre un tema tabú, sobre algo de lo que no se quiere hablar? Parece, creemos, que si hablamos de suicidio... le estamos dando malas ideas a personas que se encuentran mal. ¿Acaso no se nos ocurre a cualquiera la idea de querer desaparecer ante un problema que creemos que no tiene solución? El suicidio ya está ahí. No es una idea que no se le haya ocurrido al otro... La diferencia entre plantearse hacerlo o no depende, simplemente, de los motivos que tenga para vivir, de las aficiones de esa persona, de las esperanzas que tenga de una vida mejor, del cariño y apoyo que sienta de las personas que estén a su alrededor...

Como en todo tema tabú, el desconocimiento hace que surjan mitos sobre cómo es, cómo surge, etc. Estos mitos hacen que se desconozca más todavía cómo es. Por eso, vamos a ver algunos mitos sobre el suicidio.

El que amenaza con suicidarse no lo hace: El 80% de los pacientes que se han suicidado han expresado sus ideas de suicidio. Cualquier amenaza de suicidio debe ser tomada en serio. No olvidemos que es la vida de una persona lo que está en juego. Si alguien te habla sobre esto, aunque tengas miedo, aunque no quieras oírlo, escúchale, y ofrécele tu apoyo. Seguramente no estés capacitado para encargarte tú sólo de ayudarlo, por eso, siempre, busca ayuda profesional.

Tras una tentativa de suicidio y la posterior mejoría, ya no hay riesgo, no lo vuelve a intentar.  Algunos expertos hablan de que los 90 días posteriores al intento son los más peligrosos. El hecho de que la persona no consiga morir en intento (porque se asusta, algo del plan sale mal, o alguna persona consigue frenarlo), y después, parezca que está mejor, no quiere decir que no lo vuelva a intentar. Puede recaer,o puede que simplemente esté más tranquilo, porque ya haya decidido una mejor forma de hacerlo. Por eso, no debemos bajar la guardia. Es preciso que el apoyo emocional se mantenga en el tiempo.

Si se compromete a no suicidarse, no lo va a hacer: hacer un "pacto de no suicidio" no es ninguna garantía de que no se vaya a suicidar (puede cambiar de opinión, puede haber mentido al comprometerse o, simplemente, dejarse llevar por un impulso y cometer el suicidio).

Sólo los enfermos mentales tratan de suicidarse. No es cierto. Una persona, por el hecho de tener un problema psicológico, no tiene porqué intentar suicidarse. Al igual que una persona "sana" (sin problemas psicológicos) puede hacerlo (por ejemplo, por un impulso ante un problema desbordante, puede acabar en tragedia).

• Preguntar por las ideas de suicidio incrementa el riesgo de suicidio: No hay evidencia de que preguntar directamente por ideas de suicidio aumente el riesgo en los que ya lo tienen, o dé ideas en los que no las tienen. Lo más probable es que la persona se sienta reconfortada por poder hablar de estos pensamientos. Además, preguntar es la única herramienta para poder saber la peligrosidad del intento.

La conducta suicida se hereda: es más cuestión de los condicionantes socioeducativos, es decir, de cultura, de educación, de forma de vivir, de los recursos que haya aprendido la persona para enfrentarse a los problemas (cosas que se aprenden en la familia y el hogar durante la infancia).

El suicidio es impulsivo. Aunque la ejecución así sea, la ideación no lo es. Es decir, el hecho de planear cómo, cuándo, dónde... no es nada impulsivo. Es una acto muy reflexivo. Pero tiene que haber cierta impulsividad para llevarlo a cabo, porque en el fondo, nadie quiere morir.

Los que se suicidan es porque realmente desean morir. No es cierto. ¿Conoces a alguien que no quiera ser feliz? Todo el mundo quiere vivir y disfrutar de los placeres de la vida, sean más o menos grandes, importantes, cotidianos... Las personas que desean morir... no desean morir, desean dejar de sufrir.

La mayoría de los suicidas no avisa. No es cierto, hay signos directos o indirectos, verbales o comportamentales. Por ejemplo: hay casos en los que expresan sus ideas suicidas directamente, o expresan su deseo de dejar de sufrir... O empiezan a aislarse, dejan de hacer las actividades de las que antes disfrutaban, todo parece darles igual... O, de repente, quieren hablar o hacer regalos a sus seres queridos (se están despidiendo porque han tomado la decisión). O siempre se les ve muy deprimidos, quejándose, llorando, intentando buscar ayuda y, de repente, parecen calmados y tranquilos (es porque piensan que van dejar de sufrir, porque ya han tomado la decisión).

Los intentos de suicidio aparecen en las personas con problemas graves. Lo importante no es la gravedad del problema, sino la sensación de escasez de recursos para poder hacer frente a la situación, la desesperanza ante ese futuro horrible que se cierne sobre ellos...


Os dejo un documental que habla sobre el suicidio, por si queréis saber más sobre el tema.




martes, 5 de septiembre de 2017

APRENDIENDO A CUIDARME


Dedica un minuto a pensar esta pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo para sentirte bien? ¿Ha sido hoy? ¿Ayer? ¿Esta semana? ¿La anterior? Si recuerdas ese momento, eres afortunado: eso significa que no fue hace demasiado tiempo. Muchas personas ni siquiera recuerdan cuándo fue la última vez... O no lo han hecho nunca. Piensan que lo importante es rendir, conseguir objetivos, ser el mejor, que todo esté perfecto, y no piensan en sí mismos, en lo que ellos necesitan o lo que su cuerpo necesita. Si, en algún momento de tu vida, aunque fuera hace mucho tiempo, has dejado algo importante por tu propio bienestar, físico o emocional, siéntete orgulloso: has hecho lo mejor que podías hacer.

Como ya comenté en una entrada anterior (enlace a la entrada), la única que persona que está con nosotros a lo largo de toda nuestra vida, desde que nacemos hasta que morimos, somos NOSOTROS MISMOS. Sin embargo, muchas veces cuidamos más a los demás, de lo que nos cuidamos nosotros. ¿Cuántas veces le preparamos la comida a otra persona? ¿Cuántas veces nos quedamos de noche cuidando a nuestros hijos porque están enfermos? ¿O cuántas veces nos preocupamos por acompañar a nuestros mayores al médico o de que no le falte nada en casa? ¿Y a nosotros mismos? ¿Cuántas veces dejamos de ir al trabajo porque tenemos cita con el médico? ¿O cuántas veces hemos dejado un trabajo porque no lo aguantamos más? ¿O cuántas veces paramos para hacernos un buen cocido? Pocas veces invertimos tiempo en nuestro bienestar o arriesgamos por nosotros mismos. Y ¿por qué? Porque nadie nos enseña a cuidarnos. De hecho, si una persona mira por sí mismo, se le puede tachar de egoísta. Parece que lo último, siempre, tenemos que ser nosotros mismos. Pero esto, lo único que hace es sobrecargarnos, a notros mismos y a nuestro cuerpo. Estamos peor, rendimos peor, nos relacionamos peor...

Así que vamos a ver un ejercicio que nos puede ayudar a cuidarnos:

Por la noche, para un momento, y piensa en cómo estas. ¿Cansado/angustiado/preocupado/hambriento/con sueño/ con dolor/enfermo/enfadado/irascible...?
Si esto te pasa, coge un folio y escribe, al menos diez actividades que te gusten. Pueden ser cosas como: hacer ejercicio físico, tumbarme un rato a descansar, meditar, hacer yoga, pintar, jugar, hacer pasatiempos, llamar a un amigo, ver vídeos en internet, leer una novela, escuchar música, ver la televisión... La única condición es que esa actividad te haga sentir bien. Por ejemplo, no vale quedar con un amigo si siempre terminas discutiendo con él o sólo habla él, o te critica constantemente... O si cuando pones la televisión, ves las noticias, que suelen tener únicamente, malas noticias que nos generan malestar... Recuerda: cualquier cosa vale siempre y cuando TE HAGA SENTIR BIEN.

Un vez que tengas escrito en un folio esa lista, ponlo en un sitio donde lo tengas a mano. Así también te acordarás con más frecuencia de preguntarte cómo estás. Siempre que te encuentres mal, física o psicológicamente, lee la lista, y piensa cuál de las actividades te apetece más. Cuando lo tengas decidido: HAZLO. Pero mientras lo haces, no pienses en si te viene bien o no, si te relajas o no, si te cambia el humor o no. Sólo, disfrútalo, vive la experiencia, y olvídate del resto. Apaga el móvil, diles a quien estén contigo que te dejen solo un rato... lo que haga falta para que puedas estar tranquilo. la Idea es que lo DISFRUTES, cualquier cosa que te interrumpa, evítala.

Coge la rutina de ver cómo estás todos los días y de hacer lo que mejor te venga en ese momento. A lo mejor ves, a largo plazo, que algo va cambiando en tu forma de actuar o ver las cosas... A lo mejor, te das cuenta de que eres lo más importante para tí, y que si te cuidas como mereces, puedes estar más relajado, lograr más cosas y comportarte mejor con los demás...

PRUÉBALO