miércoles, 28 de diciembre de 2016

NUEVO AÑO... NUEVOS PROPÓSITOS

Cada 365 días, la Tierra da una vuelta al sol. ¿Qué mejor que celebrarlo? El 31 de diciembre es una de las fechas que se celebra prácticamente en todo el mundo. En cada país, se celebra de distintas maneras, se busca la suerte de distinta forma... pero hay algo común en todos lados: los nuevos y buenos propósitos que cada uno tiene para el nuevo año que entra.

Hay propósitos muy comunes, como dejar de fumar, empezar a hacer ejercicio o aprender algo. Otros, pueden ser menos frecuentes. Pero todos tienen algo en común: la dificultad de llevarlo a cabo. Porque hay mucho camino entre pensar una meta y llegar a alcanzarla. Todo es posible de conseguir, pero si sólo fijamos el objetivo, nos será muy difícil alcanzarlo. Sería como querer ir de viaje a París pero sin pensar cuándo, ni en qué transporte, ni el hotel... Al final nos quedaríamos en casa esperando a que París apareciera.
Por eso, os voy a proponer unos consejos básicos para facilitaros que en el 2017 podáis alcanzar vuestros propósitos:
  1. Definir el propósito: a veces, llegamos a las campanadas sin saber si quiera nuestros propósitos, y cuando llega el momento, surgen algunos deseos... sin materializar. Es decir, cosas nada concretas, muy ambiguas y amplias. Por ejemplo: "fumar menos", "estudiar más", "aprender inglés". No me refiero a que sean malos propósitos, pero cuanto más estén definidos, más fácil es alcanzarlos. Por ejemplo, podrían convertirse en "fumar menos de una cajetilla al día", "estudiar dos horas de lunes a viernes", "ir a clases de inglés".
  2. Analizar el propósito: se trataría de pensar si ese objetivo es viable para nosotros, si realmente lo podemos llevar a cabo. Por ejemplo, ir a clases de inglés puede ser inviable para una persona que trabaje a turno partido, a no ser que encuentre una academia para los fines de semana; o para una persona que no pueda pagarlo (aunque hay centros donde la cuota es mínima). Es decir, se trata de ver si hay algo que me haga imposible alcanzarlo. Si esto ocurre, hay dos dos posibilidades: A) reformular el propósito en cuanto a sus características (por ejemplo: comprar materiales autodidácticos para "estudiar 3 horas/semana inglés en casa"); o B) cambiar de propósito (buscar otro propósito que podamos realizar).
  3. Desglosar el propósito: se trata de imaginarse cada uno de los pasos que nos acercan desde el punto en el que nos encontramos ahora hasta nuestra meta. Por ejemplo: decidir cuánto dinero podemos invertir, en cuántas academias vamos a pedir presupuesto y horario, cuándo y cómo vamos a contactar con las academias, y una vez que tengamos toda la información para decidir, cuándo vamos a empezar a ir a las clases. Es importante que el plan sea realista, es decir, que si al mes podemos gastar 100 euros, no pongamos de límite 200, porque iremos el primer mes a la academia, pero el segundo no podremos pagarlo. O pensar que en una semana vamos a haber consultado todas las academias de la zona, si sólo tenemos una hora al día para hacerlo. Si no podemos llevar a cabo el plan, nunca alcanzaremos la meta, por eso tiene tanta importancia ajustar el plan a nuestras circunstancias.
  4. Llevarlo a cabo: una vez elaborado el plan, el siguiente paso es hacerlo. Aquí, podemos abandonar en el caso de que el plan no sea realista y no se pueda cumplir. En ese caso, lo único que hay que hacer es pensar qué ha fallado del plan y buscar alternativas. Si el plan está bien elaborado y nos hemos apuntado a la academia, ya sólo queda una cosa (pero no por ello lo más sencillo): ir, moverse intentarlo. Es difícil por la pereza (por ejemplo, por el mal tiempo que haga, lo cansados que estemos...), pero también porque tenemos que crear una buena rutina. Hacer algo nuevo con frecuencia, en nuestro día a día, no es algo sencillo. Supone reorganizar cosas, más esfuerzo, menor tiempo libre, más gastos... Si después del trabajo solíamos quedarnos tomando algo con los compañeros, ya no podemos hacerlo, y, además, vamos a hacer otra cosa que puede ser menos divertida y que nos cansa porque requiere esfuerzo. Por eso, es importante buscar motivaciones. Por ejemplo: recordarnos por qué hemos querido cumplir ese propósito y pensar en los beneficios que tiene a largo plazo; o darnos pequeños caprichos después de realizar la actividad (salir a tomar algo con los amigos después de la clase, leer, escuchar música...).
Y alguna recomendación más sencilla...

- Realizar el propósito con otras personas ayuda a no dejar de hacerlo (por ejmplo, apuntarse con algún conocido).
. Buscar cosas que nos puedan gustar (por ejemplo, si queremos hacer ejercicio pero nos aburrimos en el gimnasio, a lo mejor nos puede gustar más ir a clases de baile, o zumba, yoga...).
- Son más fáciles de lograr los pequeños objetivos: si el objetivo es muy difícil, o no está ajustado a nosotros, nos llevará mucho esfuerzo y terminaremos abandonando. Por ejemplo, no es lo mismo correr 5 km al día para alguien que ya corre, que para alguien que casi no camina. En este caso, sería mejor ponernos pequeñas metas, como empezar caminando media hora todos los días, y ir aumentando la exigencia en función del progreso que se vaya haciendo.
- Buscar el tiempo y el lugar idóneos para hacerlo, generando una rutina, hace más cómodo seguir haciéndolo en el futuro.
- Alegrarnos cuando lo hagamos cada vez, y no reprocharnos a otros mismos el no hacerlo un día. Lo importante es que aunque un día no podamos, lo hagamos al siguiente.
- Centrarnos en un propósito. Si tenemos mil ideas en la cabeza, será mucho más difícil cumplir cualquiera de ellas. Por eso, es mejor pensar cuál nos interesa más y empezar por ahí. Ya tendremos tiempo de cumplir el resto.

lunes, 19 de diciembre de 2016

LAS NAVIDADES TAMBIÉN ESTRESAN

Estamos comenzando la Navidad, una época del año muy bonita, donde nos reunimos con nuestros seres queridos, y sacamos lo mejor de nosotros mismos... o eso intentamos. Pero, no es oro todo lo que reluce. 

La Navidad rompe rutinas, y genera estrés. Parece que todo son dulzuras: regalos, luces navideñas, turrones... Pero lo cierto es que cambian las rutinas de todo el mundo, en el mismo periodo de tiempo. Los niños no tienen colegio, y hay que buscar quien se quede con ellos. Hay que organizar las compras navideñas: regalos y comida. Hay que cuadrar agendas para comidas y cenas (de empresa, de amigos...). Pero hay que seguir yendo a trabajar. El transporte público va lleno, las calles están llenas de gente, se forman colas... Y tenemos un gasto de dinero muy elevado. Compartimos lotería, hacemos regalos junto con otras personas, compramos y compramos, y perdemos la cuenta de cuánto le tenemos que dar a Fulanito por los décimos que compartimos, y cuánto me debe Menganito por el regalo que hacemos a nuestra amiga.

Pero ahí no queda la cosa... Hay gente que no le gusta la Navidad y no puede ir a ningún sitio para huir de ella. Personas a las que no les gustan los villancicos, y sus vecinos los ponen a todas horas.

Y luego están las reuniones: comidas y cenas que hacemos con los compañeros de trabajo, con los amigos, o con la familia. Reuniones en las que es fácil encontrarnos con personas con las que no nos llevamos bien, que evitamos el resto del año, pero que en estas fiestas... están ahí. Esto genera mucho estrés. Porque ya solemos ir a estas reuniones pensando en el malestar y la incomodidad que nos generan esas personas... y que vamos a tener que sonreírles y felicitarles las fiestas... Esperamos, deseamos, no pasar mucho tiempo con ellos, por intentar evitar oír frases o comentarios que nos hagan sentir mal o nos enfaden... porque recordemos que en estas reuniones se suele beber, y es más fácil decir cosas que no queremos decir.

Por todo esto, nuestras rutinas y hábitos cambian. Comemos cosas distintas, y mucha más cantidad. Dormimos menos, porque salimos más. Estamos más cansados porque tenemos tiempo para parar a lo largo del día. Y nuestra cabeza no parar quieta, todo el tiempo pensando en las cosas que hay que organizar.

Por eso, es importante intentar reducir el estrés en estos días. Ahí van unas posibles pautas:

- Ante la falta de tiempo: organización. Piensa con antelación cuándo vas a hacer ciertas cosas, como cuándo vas a hacer las compras para las comidas familiares o cuándo vas a comprar los regalos. Quizá el comprar por internet o en tiendas cercanas a tu casa o trabajo te ayude, porque ahorrarás tiempo.

- Si te agobia el bullicio, no vayas a Sol. Hay muchas personas a las que les cansa y estresa mucho las aglomeraciones de gente. Planea distintas formas de hacerlo para no encontrarte con tanta gente. Por ejemplo, si quieres ir a ver las luces navideñas, ve a principios de Diciembre, que ya suelen estar puestas, y en las primeras hora de la noche. O si sólo quieres pasear, ve durante el día. Las compras, mejor hacerlas entre semana. Es decir, busca los momentos en los que no suele haber tanta gente en la calle (a media mañana, días de diario... cuando la mayoría de la gente está trabajando).

- No te lleves sorpresas con la cartera. Pon límites de dinero a la hora de comprar los regalos. Piensa en todos los que tienes hacer y en cuánto dinero puedes gastar. Apunta los gastos de las compras compartidas para no perder la cuenta. Y en cuanto a las comidas, piensa en cuánta comida sobró en años anteriores. Compra los dulces que más os gusten, y deja en la tienda aquellos que siempre se quedan en la bandeja. Todo lo que cojas pensando "por si acaso hace falta", no lo compres, sobra. En estas fiestas picamos mucho al principio y luego siempre sobra comida. Y no vayas a comprar con hambre, comprarás más de la cuenta por las ganas de comer.

- Busca pequeños momentos para ti. Para practicar la atención plena, para descansar, para leer, para escuchar música, para ver una serie que nos hace reír, para conversar, para darnos un baño relajante, para pasear... Parece difícil pero siempre es posible buscar algunos minutos al día para poder hacer estas cosas. Simplemente, parar, y disfrutar de la vida.

- No intentar hacer más de lo que se puede. Muchas veces, intentamos hacernos cargo de todo nosotros solos. Intentamos ser superhéroes, pero no nos damos cuenta de que somos humanos. Busquemos ayuda para hacer las tareas. Repartamos con los demás lo que hay que hacer. Incluso los niños pueden ayudarnos a envolver regalos, poner la mesa, o preparar los aperitivos.

- Disfrutar del cariño de los demás. Los besos, los abrazos, el cariño de una sonrisa, llena el alma, nos relaja y nos llena de energía. Paremos cuando estemos con nuestros seres queridos, y disfrutemos de su compañía y del cariño que nos demuestran con los pequeños gestos. Al fin y al cabo, es lo que nos enseña la Navidad.

jueves, 15 de diciembre de 2016

LA MÚSICA ENSEÑA, PERO NOSOTROS TAMBIÉN

Hace poco, me enteré de que hay una nueva canción de moda. No voy a decir ni el artista ni el título, para evitar hacer cualquier tipo de publicidad. El caso es que decidí leer la letra de la canción, y me sorprendió los mensajes que aparecen. Habla de "estar enamorado", cuando en realidad, la letra va de sexo. Si se lee con atención, es fácil darse cuenta de ello. El problema, es que hay mucha gente que no lo hace, sobre todo, en la adolescencia.

En esta etapa de la vida, juegan un papel muy importante las hormonas, y lo que se desea es adaptarse, ser aceptado. ¿Qué hay más importante para un adolescente que sus amigos? Por ellos, por ir a moda, por hacer lo que "mola" (o como se diga ahora), se pueden llegar a hacer muchas tonterías. Por ejemplo, fumar, emborracharse, llevar ropa minúscula por ir sexy (aunque haga 3 grados en la calle), o tener relaciones sexuales sin protección.

Puede parecer una tontería cantar una simple canción que ahora está de moda y en tres meses no se escuchará por la radio, pero en el fondo, no lo es. La música es cultura, y la cultura refleja las ideas de la sociedad. Si en una canción se habla de relaciones sexuales esporádicas, si se habla de sexo confundiéndolo con estar enamorado... Lo que se está haciendo, es normalizarlo, hacer que la sociedad lo considere normal. Y puede serlo. Es decir, no tiene porqué ser malo el mantener relaciones sexuales fuera de una relación simplemente por placer, pero no es lo mismo que lo hagan personas adultas que adolescentes, que todavía están creciendo. Y ahí es donde está el problema: los adolescentes quieren crecer, parecer adultos, quieren dejar de ser niños, y para ello, imitan a los adultos: fuman, beben, y tienen relaciones sexuales.

Todavía existe cierta presión entre los adolescentes en cuanto al sexo. Chicas que acceden a tener relaciones, aunque no estén seguras, porque creen que sus amigas lo han hecho, o porque el chico que les gusta quiere hacerlo.

Si fomentamos la idea de la mujer como objeto sexual (por ejemplo, en una canción), valorándola sólo porque es atractiva o cómo se comporta durante el sexo, estaremos dando ideas sobre cómo pensar y actuar a los adolescentes: los chicos entenderán que pueden usarlas "y ya está"; y las chicas, que tienen que acceder a mantener relaciones sexuales para ser aceptadas, por ellos y por ellas.

¿Qué podemos hacer? Educar. No tolerar el machismo. Fomentar la igualdad. Educar en el respeto, en la reflexión. Enseñarles a pensar en ellas, a que no deben hacer nada por los otros (porque eso genera problemas), si no buscar su bienestar, hacer lo que ellas necesiten. Educar para valorar a las personas por cómo se comportan con nosotros. Que sepan decir "no" llegado el momento, y que tengan la suficiente confianza en sí mismos para decirlo. Cuando alguien está sano, tiene confianza y seguridad, tiene habilidades para enfrentarse a los problemas, es resolutivo... está más protegido ante los demás, porque sabrá responder ante ellos y sus conductas.

Educar es proteger y criar niños sanos en todos los aspectos.

¿Cómo hacerlo? Ahí van unos pequeños consejos:

1. Educar en igualdad: respetando las ideas/gustos de niños y niñas, sin encasillarlos por cuestión de sexo. Por ejemplo: respetando si un niño quiere jugar con muñecas; haciendo que los dos se encarguen de tareas en el hogar; teniendo las mismas normas para ambos; no despreciando las opiniones o conductas de mujeres (por ejemplo, decir: "las mujeres no saben de política"... "las mujeres no conducen bien"... "¡mujer tenía que ser!"... "mírala, va provocando con esa falda"... "no debería ir sola por la calle a estas horas"...). Todos estos comentarios parecen livianos, sin importancia, pero van calando en la mente de los niños, y crecen con la idea de que la mujer no tiene los mismos derechos que el hombre, que es peor, débil... Y eso ayuda a que se utilice a las mujeres y se abuse de ellas de muchas formas.

2. Enseñarles que cuando algo nos hace sentir mal, no es buena idea: las emociones son adaptativas, nos han servido, a lo largo de toda la historia, para sobrevivir. La ansiedad, el miedo, la tristeza, nos avisan de que hay algo en nuestra vida que no va bien, que hay un problema, y que hay que buscarle solución. Por eso, hay que saber escuchar lo que nos están diciendo nuestras emociones, para poder afrontar mejor las dificultades que surjan en nuestra vida. Si sentimos ansiedad o miedo, estamos frente a un problema, por lo que hay que analizarlo para buscar la mejor respuesta... Si sentimos tristeza, hemos perdido algo que teníamos o que esperábamos tener, y es bueno buscar el consuelo y la ayuda de las personas que nos quieren. Por eso, es importante que los adolescentes sepan escuchar sus emociones: sabrán qué les ocurre y podrán enfrentarse mejor a ello.

3. Educar en el respeto: se trata de no despreciar las opiniones o las acciones de los demás. Si los niños ven que, aunque se tengan opiniones distintas, ninguno desprecia al otro, sabrá que las dos opiniones, y las dos personas, son igual de valiosas. Eso no implica sólo el que el niño aprenda a no minusvalorar a los demás, si no a no minusvalorarse a sí mismo. Si yo considero que todos merecemos el mismo respeto, respetaré a los demás, y me respetaré a mí mismo. De esta forma, fomentamos que se quiera, se valore, y se cuide. Y que aprenda a distinguir cuándo, lo que nos dice alguien que hagamos, nos puede beneficiar o perjudicar. Sabrá decir "no". Aprenderá a no permitir que los demás le valoren negativamente, le utilicen, o le desprecien.

Así, podremos hacer que las nuevas generaciones sean más fuertes, y no se dejen influenciar, a la primera de cambio, por las modas, la publicidad, o cualquier persona.

domingo, 4 de diciembre de 2016

PROFECÍA AUTOCUMPLIDA


Se llama profecía autocumplida a un fenómeno estudiado desde la Psicología: cuando pensamos que algo va a pasar, nos comportamos de tal forma que hacemos más probable que eso ocurra. 

Para explicarlo de forma sencilla, y reflexionar sobre las consecuencias que puede tener, he inventado esta historia:

MENGANITO Y SUS PROBLEMAS

Menganito era un chico normal, con una vida normal. Había estudiado, trabajaba cuando podía, de lo que podía. Tenía amigos con los que salía a menudo, y una familia con la que tenía sus más y sus menos, pero que lo querían. Pero Menganito siempre tenía problemas. Por ejemplo, Menganito desconfiaba de la gente, y siempre que tenía que hablar con personas desconocidas, se comportaba de forma desagradable y borde, por lo que siempre terminaba discutiendo por cualquier tontería. Siempre le costaba encontrar trabajo y se preocupaba mucho cuando lo encontraba, pensando que le iría mal por cualquier cosa... y al final, siempre le terminaban despidiendo.

Una noche, Menganito tuvo un sueño muy extraño. Soñó que venía a verle el fantasma de sus problemas. Era un anciano arrugado, con la cabeza enorme, y el cuerpo consumido en los huesos. Le dijo a Menganito que le iba a llevar a ver el pasado, el presente, y el futuro. En el primer viaje, fueron a la empresa donde Menganito estaba trabajando. Era el día de la primera entrevista de trabajo. Menganito, al darse cuenta, dijo: "¡qué mal rato pasé! Estaba seguro de que no me iban a coger". Vieron a las entrevistadoras hablando de los candidatos, antes de comenzar con las entrevistas, y de Menganito dijeron: "tiene más experiencia que el resto, seguramente sea el mejor candidato". Menganito se sorprendió puesto que él no confiaba en sí mismo nunca, y se dio cuenta de que se había preocupado por la entrevista sin tener motivo. Pero el viaje no terminó ahí... Vieron la entrevista. Menganito estaba muy inquieto, y se enteró mal de lo que le decían y preguntaban, se le veía nervioso y con ganas de marcharse. Al finalizar la entrevista, Menganito no fue elegido, pero lo contrataron porque los demás candidatos rechazaron el puesto. Las entrevistadoras decidieron darle una oportunidad. El fantasma le dijo a Menganito: "Te preocupaste tanto que lo hiciste peor de lo que podías hacerlo. Si no fuera por cómo se comportaron los demás, hoy no tendrías trabajo". Y sin más palabras, le llevo al presente. Era la casa de su jefe. Estaba hablando con su pareja, contándole cómo había ido el día: "El chico nuevo... bueno... no se si pone interés, tarda mucho en hacer tareas sencillas. No sé si le interesa el puesto". Menganito, al oírlo, dijo: "Tardo porque me da miedo hacerlo mal y que me despidan... no estoy seguro al hacer las cosas y las reviso... Además, sé que me van a terminar despidiendo... así que no me esfuerzo mucho a veces". En un segundo, estaban en otro sitio. Era el viaje al futuro. Estaban otra vez en la empresa. Habían llamado a Menganito para una reunión con el departamento de Recursos Humanos. "Menganito, lo lamento, pero hemos decidido que no sigas trabajando con nosotros. Hemos estado viendo cómo te desenvuelves y no has mejorado en todo este tiempo. No has sido resolutivo y has tardado mucho en hacer algunas tareas muy sencillas. Así que éstos son los papeles del despido". Menganito se quedó mudo, atemorizado por ver cumplido aquello que tanto había temido. Se volvió al fantasma y dijo: "Sabía que no lo iba a conseguir". Y el fantasma le contestó: "El futuro no está escrito. Éste es uno de los múltiples finales que pueden ocurrir. En tus manos, y en tu cabeza, está la posibilidad de cambiarlo". Menganito no le entendía, no sabía qué podía hacer. Antes de desaparecer, el fantasma le dijo: "Para cambiar tu forma de actuar, primero debes saber qué te hace actuar así".

Menganito se despertó, empapado en sudor y desorientado. No sabía si lo que había ocurrido era o no verdad, si había sido un sueño... y si ya había despertado o no. Se pellizcó, fue a beber agua. Pensó que sólo había sido un sueño, y se fue a dormir. Pero no consiguió conciliar el sueño, sólo pensaba en el despido.

Unos días más tarde, le dijeron que pasara por las oficinas de la empresa, y ocurrió exactamente lo que pasó en el sueño del viaje al futuro. Regresó apenado a su casa, pensando en todo lo que había pasado, sin saber qué podía hacer. Se quedó toda la noche despierto, esperando que el fantasma apareciera para preguntarle qué debía hacer. Pero no llegó. Menganito pasó días pensativo, recordando todo lo que le había dicho el fantasma. Y finalmente, se dio cuenta de que al tener miedo a que no le contrataran o le despidieran después, iba nervioso, daba peor impresión y rendía menos porque tardaba más de la cuenta en hacer el trabajo porque lo hacía sin ganas... Un trabajo que él sabía hacer perfectamente. Así que decidió no creer más que le iba a ir mal en la vida. Y, a partir de ahí, le fue un poquito mejor.

Fin.

Solemos imaginarnos cómo nos van a ir las cosas. Pensamos qué cosas queremos lograr u obtener, y nos da miedo, o nos preocupamos, cuando creemos que no lo alcanzaremos. A veces, esas preocupaciones son tan grandes que empeoran la situación, nos hacen ser menos productivos o menos resolutivos, y aparecen problemas que nos alejan de aquello que queríamos. "Ya sabía yo que no lo iba a lograr". Ese pensamiento lo hemos tenido todos en algún mometno de nuestra vida. Pero no nos damos cuenta de que, en realidad, no sabemos nada. Sólo nos dejamos llevar por nuestros pensamientos. Otro ejemplo sería cuando discutimos con otra persona, porque pensamos que nos va a criticar, nos va a juzgar o nos va a hablar mal, y somos nosotros mismos quienes comenzamos la discusión, porque le hablamos mal, anticipando esa mala respuesta que esperamos del otro. "Ya sabía yo que me iba a decir algo malo/ que se iba a meter conmigo... etc".

A veces, somos nosotros mismos quienes hacemos más probable aquellas cosas que no queremos que ocurran, sólo porque pensamos que van a ocurrir. Paremos un momento, y actuemos con calma y con tranquilidad. Sepamos que nos podemos equivocar y no adelantemos acontecimientos. Quizás las cosas vayan mejor entonces.