Estamos comenzando la Navidad, una época del año muy bonita, donde nos reunimos con nuestros seres queridos, y sacamos lo mejor de nosotros mismos... o eso intentamos. Pero, no es oro todo lo que reluce.
La Navidad rompe rutinas, y genera estrés. Parece que todo son dulzuras: regalos, luces navideñas, turrones... Pero lo cierto es que cambian las rutinas de todo el mundo, en el mismo periodo de tiempo. Los niños no tienen colegio, y hay que buscar quien se quede con ellos. Hay que organizar las compras navideñas: regalos y comida. Hay que cuadrar agendas para comidas y cenas (de empresa, de amigos...). Pero hay que seguir yendo a trabajar. El transporte público va lleno, las calles están llenas de gente, se forman colas... Y tenemos un gasto de dinero muy elevado. Compartimos lotería, hacemos regalos junto con otras personas, compramos y compramos, y perdemos la cuenta de cuánto le tenemos que dar a Fulanito por los décimos que compartimos, y cuánto me debe Menganito por el regalo que hacemos a nuestra amiga.
Pero ahí no queda la cosa... Hay gente que no le gusta la Navidad y no puede ir a ningún sitio para huir de ella. Personas a las que no les gustan los villancicos, y sus vecinos los ponen a todas horas.
Y luego están las reuniones: comidas y cenas que hacemos con los compañeros de trabajo, con los amigos, o con la familia. Reuniones en las que es fácil encontrarnos con personas con las que no nos llevamos bien, que evitamos el resto del año, pero que en estas fiestas... están ahí. Esto genera mucho estrés. Porque ya solemos ir a estas reuniones pensando en el malestar y la incomodidad que nos generan esas personas... y que vamos a tener que sonreírles y felicitarles las fiestas... Esperamos, deseamos, no pasar mucho tiempo con ellos, por intentar evitar oír frases o comentarios que nos hagan sentir mal o nos enfaden... porque recordemos que en estas reuniones se suele beber, y es más fácil decir cosas que no queremos decir.
Por todo esto, nuestras rutinas y hábitos cambian. Comemos cosas distintas, y mucha más cantidad. Dormimos menos, porque salimos más. Estamos más cansados porque tenemos tiempo para parar a lo largo del día. Y nuestra cabeza no parar quieta, todo el tiempo pensando en las cosas que hay que organizar.
Por eso, es importante intentar reducir el estrés en estos días. Ahí van unas posibles pautas:
- Ante la falta de tiempo: organización. Piensa con antelación cuándo vas a hacer ciertas cosas, como cuándo vas a hacer las compras para las comidas familiares o cuándo vas a comprar los regalos. Quizá el comprar por internet o en tiendas cercanas a tu casa o trabajo te ayude, porque ahorrarás tiempo.
- Si te agobia el bullicio, no vayas a Sol. Hay muchas personas a las que les cansa y estresa mucho las aglomeraciones de gente. Planea distintas formas de hacerlo para no encontrarte con tanta gente. Por ejemplo, si quieres ir a ver las luces navideñas, ve a principios de Diciembre, que ya suelen estar puestas, y en las primeras hora de la noche. O si sólo quieres pasear, ve durante el día. Las compras, mejor hacerlas entre semana. Es decir, busca los momentos en los que no suele haber tanta gente en la calle (a media mañana, días de diario... cuando la mayoría de la gente está trabajando).
- No te lleves sorpresas con la cartera. Pon límites de dinero a la hora de comprar los regalos. Piensa en todos los que tienes hacer y en cuánto dinero puedes gastar. Apunta los gastos de las compras compartidas para no perder la cuenta. Y en cuanto a las comidas, piensa en cuánta comida sobró en años anteriores. Compra los dulces que más os gusten, y deja en la tienda aquellos que siempre se quedan en la bandeja. Todo lo que cojas pensando "por si acaso hace falta", no lo compres, sobra. En estas fiestas picamos mucho al principio y luego siempre sobra comida. Y no vayas a comprar con hambre, comprarás más de la cuenta por las ganas de comer.
- Busca pequeños momentos para ti. Para practicar la atención plena, para descansar, para leer, para escuchar música, para ver una serie que nos hace reír, para conversar, para darnos un baño relajante, para pasear... Parece difícil pero siempre es posible buscar algunos minutos al día para poder hacer estas cosas. Simplemente, parar, y disfrutar de la vida.
- No intentar hacer más de lo que se puede. Muchas veces, intentamos hacernos cargo de todo nosotros solos. Intentamos ser superhéroes, pero no nos damos cuenta de que somos humanos. Busquemos ayuda para hacer las tareas. Repartamos con los demás lo que hay que hacer. Incluso los niños pueden ayudarnos a envolver regalos, poner la mesa, o preparar los aperitivos.
- Disfrutar del cariño de los demás. Los besos, los abrazos, el cariño de una sonrisa, llena el alma, nos relaja y nos llena de energía. Paremos cuando estemos con nuestros seres queridos, y disfrutemos de su compañía y del cariño que nos demuestran con los pequeños gestos. Al fin y al cabo, es lo que nos enseña la Navidad.
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