miércoles, 16 de agosto de 2017

NOSOTROS NO SOMOS NUESTROS PENSAMIENTOS


Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos creído que somos lo que pensamos. Vamos a ver un ejemplo para entender mejor de qué estamos hablando: Todos nos hemos enfadado con alguien... hemos sentido ira... nos hemos dejado llevar por esas emociones, y hemos escuchado nuestros pensamientos ("este tío es un...", "no la aguanto, ojalá la echen pronto", "estoy harto de él, y de cuidarlo, todos estaríamos mejor sin él"...). A veces, nosotros mismos nos damos cuenta de que estamos dejándonos llevar por lo que ha ocurrido y por lo mal que nos sentimos, y sabemos que tenemos que sacar esa rabia por algún lado. Sabemos, entonces, que es "normal" que tengamos ese tipo de pensamientos, que son algo pasajero... y ya está, no le damos mayor importancia. Pero, en cambio, hay otras veces, que no nos damos cuenta de esto. Quizá porque tenemos ese tipo de pensamientos a menudo, o porque estos pensamientos que tenemos nos resultan muy fuertes, nos creemos que si pensamos eso, es porque somos egoístas, o malas personas. En estos casos, es cuando pensamos que nosotros somos nuestros pensamientos. "Como este pensamiento es X, y yo he tenido este pensamiento, eso quiere decir que yo soy X". Pero esto NO ES ASÍ. Nuestro pensamiento nos engaña muchas veces, y ésta es una de las mentiras más grandes que nos hace creer. Vamos a conocer cómo funciona el pensamiento para entenderlo mejor y darnos cuenta de cómo nos engaña.

Cuando nacemos, no tenemos pensamiento. Es una habilidad que va surgiendo gracias a otros aprendizajes. Básicamente, el pensamiento es lenguaje, es decir, primero aprendemos a hablar. Como podemos hablar, nos comunicamos mejor con los demás y empezamos a comportarnos según las instrucciones que nos van dando los adultos que están con nosotros. Después, somos nosotros mismos los que aprendemos a irnos guiando en las tareas con instrucciones que nos vamos dando nosotros mismos (el ejemplo de un niño pequeño que hace manualidades y va diciendo en voz alta, él sólo, "ahora, voy a recortar el dibujo"...). Y, por último, aprendemos a darnos esas instrucciones sin hablar, mediante el pensamiento. Entonces, el pensamiento es algo que está ahí desde nuestra infancia, que nos acompaña en nuestro desarrollo y crecimiento, y que nos ayuda en gran medida a enfrentarnos a la vida, porque nos va guiando. ¡Por eso nos lo creemos! Si echamos la vista atrás e intentamos recordar nuestro primer recuerdo, el pensamiento ya estaba ahí. ¿Cómo no vamos a creerlo, si forma parte de nosotros? Por una sencilla razón: no somos nuestro pensamiento, somos distintos de él. El pensamiento es algo que ocurre en nuestra cabeza, pero sobre lo que no tenemos ningún tipo de control. Vamos a ver un ejemplo (dedica un momento a hacerlo, te va a sorprender):

A continuación, haz lo siguiente: NO PIENSES EN UN ELEFANTE ROSA.
Ahora, responde a esta pregunta: ¿en qué has pensado? Seguro que la respuesta que das es: en un elefante rosa. Éste es un gran ejemplo de que el pensamiento no se puede controlar. De hecho, muchas veces, cuando intentamos no pensar en algo en concreto, lo único que conseguimos es tenerlo más tiempo en la cabeza.

Ahora vamos a reflexionar sobre otra cosa: ¿qué es el pensamiento? Interpretación. Es decir: nosotros estamos constantemente recibiendo información del mundo (por el oído, la vista, el tacto...). Toda esa información llega a nuestro cerebro, y en función de lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida, cómo somos nosotros mismos, cómo estamos en ese momento en concreto, las expectativas que podamos tener, etc, vamos a dar un valor a esa información que hemos recibido, vamos a interpretarlo. Un ejemplo: si vamos por la calle, y nos cruzamos con un conocido que no nos saluda, podemos pensar "¡qué desagradable! no me quiere saludar" o "no me a visto, voy a acercarme a saludarlo". Hemos hecho interpretaciones distintas de un mismo hecho, y posiblemente, haya dependido de si estábamos de mal o buen humor... Pero, realmente no sabemos si el conocido nos ha visto o no, si quería saludarnos o no, si llevaba prisa, si estaba de mal humor, o si realmente le caemos mal y no ha querido saludarnos. Y es que nunca tenemos el 100% de la información. Nunca lo sabemos todo. Entonces... El pensamiento es una interpretación que se ve afectada por múltiples factores y que se basa en parte de la información...Resumiendo: el pensamiento no es la realidad.

Y una última cosa... Si el pensamiento es algo que ocurre en nuestra cabeza, sobre lo que no tenemos control, y que no es 100% verídico... ¿Por qué creemos que somos malos/egoístas/sin corazón por los pensamientos que hemos tenido? Ahora, imagínate un aula, una clase de un colegio, con niños, niños que se pelean, niños que gritan, que insultan a los profesores, que desobedecen, que rompen las cosas de la clase, que lo ensucian todo... Y responde a esta pregunta ¿El aula es mala porque los niños sean malos? La respuesta es NO. ¿Por qué? Porque el aula y los niños son cosas distintas, y por eso, no se puede juzgar a una por lo que haga la otra. Con el pensamiento pasa lo mismo: El pensamiento es distinto de nosotros, aunque no nos demos cuenta. Nosotros no somos nuestros pensamientos.



En la próxima entrada, se comentarán algunas pautas para saber qué hacer ante los pensamientos que nos hacen sentir mal.




No hay comentarios:

Publicar un comentario