sábado, 22 de octubre de 2016

¿HASTA DONDE LLEGARÍAS?

En los últimos días he comenzado a leer un libro titulado "Cuerdos entre Locos". Habla sobre algunos de los psicólogos que han hecho las aportaciones más importantes de la psicología. Pero no se queda únicamente en relatar sus investigaciones, si no que habla de ellos, y narra la forma en que ocurrieron.

Uno de los capítulos que he leído hasta el momento habla sobre Milgram y su experimento sobre la obediencia. Para aquellos que no lo conozcan, el experimento consistió en pedirle a los participantes que dieran descargas eléctricas a otros participantes cuando estos últimos fallaban al repetir listas de palabras. Se les dijo que el objetivo era ver los resultados que tenían los castigos con descargas en el aprendizaje. No parece la cosa del otro mundo, pero en realidad, sí lo era. Los participantes que recibían las descargas eran actores, estaban de acuerdo con el investigador para fingir dolor, para decir que tenían problemas de corazón y para suplicar que dejaran de darles descargas llegado el momento. El caso es que el 65% de los participantes siguieron dando descargas a pesar de las quejas de los participantes, mientras el investigador les decía que debían continuar.

Impresiona. Impresiona lo que el ser humano es capaz de hacer. Démonos cuenta de que los participantes pensaban que ellos mismos podían haber estado sentados en la silla de descargas, porque al inicio, se fingía un sorteo de los puestos, en el que siempre el actor recibiría las descargas. Pero el participante lo desconocía. Para él, el dolor del otro era real: oía sus gritos, sus comentarios sobre su salud, y al final, sus alaridos y gritos de súplica. Pensaría que él podría estar ahí sentado, sufriendo.

El 65% siguió adelante, pero no debió ser fácil para ellos. Eran personas normales, como nosotros, como nuestros vecinos. No eran personas acostumbradas a inflingir dolor a los demás. Eran personas con empatía, capaces de ponerse en el lugar de otras personas; personas con amigos, familia, hijos... con trabajos normales, que escuchan música y plantan flores en su jardín.

La primera vez que escuché hablar del experimento en la universidad, recuerdo lo interesante que me pareció, pero no me metí dentro. No me imaginé cómo fue, cómo sería estar dentro, qué sentirían los participantes, qué pensarían... No se me pasó por la cabeza qué habría hecho yo en esa situación.

Esas personas que no se negaron a continuar...¿Acaso eran malas personas? ¿No tenían piedad? ¿O eran obedientes hasta ese punto? ¿Hasta cambiar su forma de comportarse? ¿Serían así siempre? ¿Qué harían en sus vidas antes? ¿Y después? 

En el libro, se relata dos encuentros con dos participantes del experimento. Uno de ellos paró, el otro continúo. ¿Qué los diferenciaba? ¿Se comportaron igual en el resto de sus vidas? Ambos parecen recordar la experiencia como si se hubiera grabado a fuego en su memoria, como si todavía reflexionaran sobre lo ocurrido después de tantos años...Porque al terminar el experimento se les informaba, se les explicaba que el dolor del otro participante era fingido y que estaba perfectamente sano. Pero eso no pareció calmar las mentes de los participantes. El que paró, después fue a la guerra. Se podría pensar que si paró habría en él rebeldía... Pero ¿cabe la rebeldía en un soldado? En cuanto al otro participante, el que había continuado con las descargas, cambió su vida (dejó su carrera, declaró su homosexualidad en aquella época, y se convirtió en maestro). Era obediente, y dejó de serlo.

Las situaciones tienen un importante papel en nuestro comportamiento, pero no lo es todo. No podemos decir que los participantes siguieron adelante únicamente porque un investigador con bata les decía que lo hicieran... Si fuera así, el 100% habría continuado, pero no fue así. Las personas tenemos capacidad de decisión, podemos cambiar nuestro comportamiento. Aún así, nos dejamos llevar por la situación.

Me pone los pelos de punta el imaginar de lo que es capaz el ser humano. Todos conocemos las atrocidades que se han cometido a lo largo de la Historia. Parece algo lejano, algo debido a la cultura y la forma de vivir de ese momento, a la necesidad, al hambre, a la desesperación, a la locura de algunos. Pero no es así. Estas personas no estaban desesperados. Podían negarse, aunque se les dijera que continuaran, podían dejar de mover sus manos. Y no lo hicieron. Pero me consuela y me da esperanza el ver que el ser humano también es capaz de cambiar en el otro sentido. El ser humano es capaz de mejorar su vida y la de los demás. El ser humano es maravilloso, y debemos cultivarlo para hacer de la humanidad algo todavía más hermoso.

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